miércoles, 31 de octubre de 2018

DICHOSOS


Y Él se puso a hablar,
enseñándoles: Dichosos… (Mt. 5, 1-12)


Tú lo has dicho, Señor!
Dichosos nosotros, si no triunfa en nuestro corazón
la engañadora confianza en las riquezas.
Dichosos, si no genera nuestro corazón
envidias, calumnias o actitudes vengativas hacia los hermanos.
Dichosos, si invadimos nuestro corazón de las mismas lágrimas
que llora gran parte de la humanidad.

¡Tú lo has dicho, Señor!
Felices nosotros, si nos dejamos el pellejo
en la hondura del hambre y de la sed de nuestros hermanos.
Felices, si libramos la batalla a nuestro egoísmo
y hacemos de la misericordia el trono de nuestros gozos.
Felices, si convertimos la negrura de nuestras vidas
en luz radiante, en transparencia cristalina.

¡Tú lo has dicho, Señor!
Bienaventurados, nosotros si alzamos la bandera de la paz
desde la orilla de nuestro corazón hasta los horizontes lejanos.
Bienaventurados, si no nos rendimos ante las injusticias,
si no capitulamos ante el riesgo de ser perseguidos
por tu causa, Señor.

¡Tú mismo lo has dicho, Señor Jesús!
Que ya, ¡desde ahora!,
nos has inscrito en tu agenda.

sábado, 27 de octubre de 2018

EL SALTO


Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.
(Mc. 10, 46-52)


Hijo de Timeo, ciego y mendigo
en la cuneta de Jericó,
tras abandonar el manto,
tu salto se encontró con la Luz,
y la seguiste en el nuevo camino.

Tu fe
perseverante, vencedora de la ceguera,
encontró la dignidad
que la creencia ortodoxa te había arrebatado.

Las tinieblas saltaron con tu manto
y el esplendor nazareno
colmó tus ansias de felicidad.

¿Qué nos pasa a los cristianos de hoy,
caminantes sin gracia
en medio de ritos vacíos?

Ante los gruñones de nuestros Jericós,
la fe calla,
enmudece la esperanza,
se aguachina el amor...

Mientras tú, Bartimeo, cegado
y harapiento,
defiendes tu grito incansable al borde del camino,
a tiempo y a contratiempo.

¡Suerte la tuya!
Tu salto, tras soltar el manto,
se encontró con la Luz ansiada.

sábado, 20 de octubre de 2018

SERVIDOR


… sea vuestro servidor.
(Mc.10, 35-45)

Entiendo, hijos de Zebedeo,
el duende que anida en vuestro corazón de trueno, 
y más si detrás
está el sueño maternal de ver triunfar a sus hijos,
capaces de darlo todo por el Galileo.

Es muy humano. Pero el Maestro
nos lo ha dejado muy claro…
El éxito está en la lucha gozosa
de consumir el cáliz.

El Hijo del hombre va por delante,
¡servir y dar la vida!

Sin fardos pesados para nadie,
sin privilegios ni sumisiones,
nadie por encima de nadie.

El modelo señor-esclavo ha sido abolido
en la luna llena de su pascua.
Desde entonces,
sólo se porfía en el servicio a los demás,
¡alternativa de amor!

En los asfaltos arden esquemas de dominio
y opresión.
En nuestra  calle
todos somos peregrinos de la razón última
de la Buena Noticia,
¡los hermanos!

Hijos de Zebedeo, de ayer y hoy,
a corazón descalzo hemos de servir
y dar la vida,
como fuerza sin ruido,
aferrada al mar  inmenso del Nazareno.


sábado, 13 de octubre de 2018

VENDER


Una cosa te falta, anda, vende lo que tienes…
( Mc.10, 17-30)

Amigo rico,
has tanteado de cerca al Maestro
que te miró con gran cariño…

Como buen judío,
cumplías a la perfección tu ideario religioso
y hasta creías en el dinero
como bendición de Dios,
recompensa de buen gestor…

Pero por ahí
no corre la osadía cristiana
que enseñaba el Maestro.

El dinero no enlaza con el Paraíso,
porque
es ruido que ensordece
y no deja escuchar el dolor de la gente.

El Hijo de Dios se humanizó en la pobreza,
y en la pobreza arrastró a  sus discípulos
y en la pobreza
está la única libertad que merece vivirse…

Tu candor que ilusionó tanto al Maestro
cayó por tierra,
junto al ojo de la aguja.
Una cosa te faltaba…
¡vender!

Vuelve, pues, a tu arroyo virgen
y entenderás que vender a favor del pobre
es comprar la vida.

Ánimo, amigo rico,
no te marches entristecido
que la audacia del evangelio
tutela los desapegos del corazón.

¡Anda, dalo a los pobres
y sígueme!


sábado, 6 de octubre de 2018

UNA SOLA CARNE


ya no son dos, sino una sola carne.
(Mc. 10,2-16)

Hombre y mujer es la página magna
de tu creación, Señor,
igualdad sellada en el amor, 
instrumento de humanidad.

Varón y hembra son tus sustantivos, ¡oh Dios!
más que la brisa y el agua,
más que el fuego y el trigo,
más que la flor de azahar.

Un sola carne labrada en tu gozo
a muy buen precio,
y no a golpe de ilusorias rebajas
en lo tendales del hedonismo, de la sumisión.

Mujer y varón
no son el destino de la mediocridad
en una sociedad con derecho
a la propiedad privada.

Los fariseos
-¡faltaría más!-
quisieron poner a prueba a Jesús,
pero Él rompió los tabús de su Ley.

Hombre y mujer serán una sola carne,
como Tú, Padre, y la humanidad sois una sola carne…

Ambos
mirarán juntos la vida que salió
de tus manos creadoras.

Manos identificadas con los niños,
indefensos
en la fuente original de la vida.