¡CUÁNTO OS QUIERO!
Hugo y Leo, mis maños queridos,
oigo, escondidos en mi corazón,
vuestros dulces “ayyyy” de amor.
me entrego al bisturí obediente,
como un juego, un paseo de vida
en una noche oscura y amiga.
me despertará más que travieso,
para poder gritaros de nuevo:
¡ayy, mis niños, cuánto os quiero!
FIELMENTE
Y si he de irme, no llores mi
ausencia,
ni te ocultes en dolor dolorido.
Que al Cielo yo del todo no me he ido,
si en mi navegar, la estela es tu esencia.
Ahí vivirás mi abrazo, mi beso.
Mi gozo celeste será tu gozo.
Tu esperanza, sí, mi propio alborozo,
y tu propia fe, la fe que profeso.
Si aquí se queda mi alma, te prometo
la fortuna de seguir amándote
desde mi corazón, un trasto inquieto,
como arriero de amor pagándote.
A ti, Pepita, fielmente someto
mi senda, cual sea. ¡Dios es mi dote!
ni te ocultes en dolor dolorido.
Que al Cielo yo del todo no me he ido,
si en mi navegar, la estela es tu esencia.
Mi gozo celeste será tu gozo.
Tu esperanza, sí, mi propio alborozo,
y tu propia fe, la fe que profeso.
la fortuna de seguir amándote
desde mi corazón, un trasto inquieto,
A ti, Pepita, fielmente someto
mi senda, cual sea. ¡Dios es mi dote!
LA PRÓRROGA
A mis amigos,
mis hermanos
Enmudezco y mis ojos ya los cierro.
Siento que me alejo de ésta mi vida…,
y alguien (¡tal vez yo!) musita prórroga.
Tumbado ya en cama de quirófano,
noto que mi vista ya se me nubla
que mis palabras así ya se enredan…
Y más siento que ya no siento nada.
Ay, en esa paz de sueño asistido,
sobre mi corazón roto, trastean
unas manos graves el bisturí,
manos amigas, unas manos sabias.
No duerme (¡qué dolor!) quien piensa en mí.
Sus ojos que derramaban sonrisas
ahora son lágrimas que derraman
ante el Cielo soberano y ¿callado?...
Habla en el silencio. No es utopía.
Dejadme confiar en la prórroga.
Es el momento. Llega el celador…
Mirad y escuchad. ¡Dios es mi prórroga!