miércoles, 30 de diciembre de 2020

¡FELIZ AÑO NUEVO!

           ESPERANZAS

Dos mil veinte...
Mi viejo niño anoche se ha dormido
para siempre
en el cansancio agridulce
de sus doce meses pasados.

Dos mil veintiuno...
Hoy un novicio niño se me ha dado,
y una pequeña estrella en el cielo oscuro
de mi noche
despierta nuevas esperanzas.

Un año novel
me llama a construir ansias de amor,
ideales de justicia,
        oleadas de alegría,
fieles deseos de paz,
sobre las huellas de quien es el camino,
la verdad y la vida.

Romperé todas las cadenas,
destruiré todos los odres viejos...
¡Un nuevo año 
             me pide odres nuevos!

¿Crecerá mi niño sobre los cimientos de la fe,
la fortaleza,
          la audacia, 
                    la coherencia...?



lunes, 21 de diciembre de 2020

FELIZ NAVIDAD

 
Pintura de Encarnita Ocaña 

       NO HAY NAVIDAD
si no somos solidarios frente
a la pandemia que mata.
No hay Navidad, si ignoramos la mafia en las pateras 
y los muertos en los mares.
No hay Navidad, si marginamos a los presos,
a los parados, a los sin techo.
No hay Navidad, si damos oídos al dinero,
al poder, a los falsos políticos.
No hay Navidad, si no gritamos
contra la metralla de asesinos.
No hay Navidad si no alimentamos
la sonrisa de los niños...
si no destruimos los calvarios humanos.

                                  HAY NAVIDAD 
               cuando el amor triunfa sobre el egoísmo,
               cuando la esperanza triunfa sobre la desesperación,
               cuando la fe nos abandona en los brazos del Padre.

GLORIA Y PAZ 

Nace el alba de los nuevos tiempos,

silenciada para los ilustrados,

y manifestada a los pobres y sencillos.

 

Es el nuevo amanecer que une cielo y tierra,

cantando la gloria de Dios,

gritando paz para las voluntades buenas.

 

Nace el alba. Destruye las tinieblas

del pueblo en marcha,

y su luz conquista la inmensidad celeste.

 

Es un nuevo amanecer

que funde los grilletes de la esclavitud,

de la exclusión,

de la marginación

y engendra el gozo de la libertad.

 

Nace el alba entre pañales.

 

Gloria en el cielo

y paz en la tierra

atestigua la legión de los solidarios

de la gran Alegría.

 

A pesar de las penas que lloró el alba

cuando encontró cerrada

la puerta de mi posada…


viernes, 11 de diciembre de 2020

EN LA OTRA ORILLA

 


Necesitamos nuevas coordenadas para encontrar la posición que nos adentra en la Luz. Una nueva conciencia que nos permita ver lo esencial que es “invisible a los ojos”, como escribió  Antoine de Saint-Exupéry.  El verdadero valor de las cosas no siempre es evidente. El tiempo de Adviento nos trae un mensaje que no puede desenfocarnos de lo esencial: camino que nos abre a la Luz. Para ello es necesario prestar atención a la “periferia”, como repite muchas veces el Papa Francisco, si queremos ver el mundo tal cual es… donde está la miseria y la exclusión, los sufrimientos y las penurias, la enfermedad y la soledad, pero donde está fundamentalmente el marco de todas las posibilidades. Feliz Adviento, si desde nuestra orilla esperamos al Señor de la Luz, con el compromiso de derribar muros y construir puentes, ¡nuestro cometido cristiano! Feliz Adviento, si desde la generosidad y la solidaridad nos ubicamos  manifiestamente en esa otra orilla de la esperanza pascual.

Esto pasaba en Betania en la otra orilla del Jordán… (Jn. 1,6-8.19-28)

             En la otra orilla, en la Betania global,

donde la gente parece nadie

—sólo lucha anónima y compromiso silencioso—

está el punto de encuentro de todos los testigos

de la Luz.

 

Es en esa orilla, fuera de la ciudad santa,

fuera del señorío religioso,

donde la voz cobra vida para allanar el camino

al que es la Luz.

 

Es en esa orilla sin honores ni cargos,

en la Betania de la calle,

lejos de la sociedad de los altares,

donde nadie se apropia la exclusiva de la verdad

transformadora.

 

Es en esa orilla, al otro lado del Jordán

humano,

con entraña expectante,

donde surge el eco del Espíritu,

testimonio de la Palabra hecha carne.

 

En esa otra orilla es donde los obreros

gastan la vida en abrir caminos de buena nueva

al que ha de venir,

al que ya está, en su presencia velada,

entre los humildes y desgraciados de la tierra,

entre los sembradores de buena voluntad.

 

* * *

Señor, Luz verdadera, estás en medio de nosotros

y aún no te conocemos, a pesar de los siglos…

Tal vez porque nos cegamos en nuestras propias

y pobres luces.

 

Que tu Espíritu nos tienda su mano para portar la antorcha,

a sabiendas de que sólo Tú eres la luz verdadera.

Que medie tu Espíritu entre nosotros para interpretar la obra

a sabiendas de que sólo Tú eres el protagonista.

Que tu Espíritu nos ayude a entonar la partitura

a sabiendas de que sólo Tú eres la melodía.

 

Que seamos, Señor, sólo la voz que clama en el desierto, 

para no eclipsar el universo de la esperanza pascual.



domingo, 6 de diciembre de 2020

INMACULADA



Un sí nazareno sacudió al mundo en la persona de María, la nueva Jerusalén. La ciudad de David ya no es la ciudad  que simboliza la alianza con Dios, sino la persona  misma de la Mujer a quien no tocó el pecado, en su libre adhesión al plan de Dios. Así, un hombre del linaje de David, irrigado en las aguas del Jordán,  es el fermento de la metamorfosis futura por  gracia del  Espíritu Santo.  La concepción del Niño en las entrañas de la doncella de Nazaret se inserta en la era de la promesa, siendo Gabriel el depositario del secreto salvífico. La hostilidad entre la Mujer y el poder del mal, representado por la serpiente, cuya cabeza es aplastada por el talón original de la doncella, nos dice que no todo se ha perdido. Ella y el niño-Enmanuel no son extranjeros en el devenir de nuestra historia humana. No hay azar… ¡Dios tiene su plan!  La humanidad no va a la deriva, a pesar de tanta guerra, tanta hambre, tanta pandemia… Va avanzando en el Hijo de Dios encarnado en María, crucificado y resucitado. 

               HAS CREÍDO
Dichosa Tú que has creído 
(Lc. 1, 39-45)


Alma fiel en la noche de la turbación,
leal alborada entre dudas y misterio,
misterio de un camino sin hacer.

Y has creído,
corazón de pueblerina cabalgando cerros
para servir a Isabel en parto.

Esclava de Dios en libertad y fiesta,
brisa y gozo alumbrando el pesebre,
Tú que has creído.

Primavera esencial de altar y pascua,
remozada en el vino de Canaán...
y rama florida del leño verde.

Señora de Nazaret que has creído,
sé hogar de sonrisas apiñadas en mis lágrimas,
paz en mis desconsuelos.

Tú, que has creído 
en el Dios en ti humanizado,
no seas extranjera
por los linderos de mis huidas