domingo, 26 de abril de 2020

ATARDECE


Es tiempo cruel de pandemia. Somos conscientes de que vamos de camino por senderos oscuros, llenos de amargura, ¿a dónde?  ¿En que parará todo esto?

Recuerdo la poesía de Antonio Machado:

Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!...
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero
a lo largo del sendero...
-la tarde cayendo está-.

Metáfora vital, que abre a la alegría de esperar… También el camino de Emaús, más allá de la metáfora, es el símbolo de nuestro camino de fe. En los discípulos se había apoderado la amargura de la ausencia del Maestro crucificado. ¿Habrá sido todo una quimera lo vivida desde Galilea a Jerusalén? Estaban abatidos…
Las claves del sentido de nuestra vida cristiana están en este gran pasaje de Lucas. Prodigio de teología narrativa y de pedagogía vital. La Palabra se entrecruza con la Vida, y la Luz nace en el interior. Dos realidades que están a la mano en nuestra cotidianidad: la Vida y la Palabra;
Eso que parece oscuro, desde el Covib-19 planetario, al fondo del túnel de la desesperanza, se ilumina hoy en Emaús, y hace que nuestro corazón arda al calor del encuentro con el Resucitado.
Cleofás y su compañero de camino se alejaban de Jerusalén tristes y decepcionados, sus corazones habían acumulado mucho destrozo,  hasta que la comida comunitaria, con la “fracción del Pan”,  les descubre el optimismo y la ilusión, nuevamente, que los lleva a volver a Jerusalén a anunciar a sus hermanos su gozo pascual.
Hoy, que empiezan a salir los niños a los parques, tras la experiencia del dolor y la muerte, resucita nuestra esperanza en un futuro mejor… La utopía egoísta que hemos vivido años tras años está pasando por una cruz global. Pero en el horizonte de nuestros caminos hay indicios de resurrección. El resucitado camina a nuestro lado. Nos invita hoy a desahogarnos en su compañía, pensando sobre todo en los que han sido afectados directamente por el coronavirus: los enfermos, los que han fallecido y las familias que lloran por la muerte de sus seres queridos, y, más que nunca, nos invita a esperar, a pesar de ser “tardos de corazón”…

 
Quédate con nosotros porque atardece…
(Lc. 24, 13-35)


Se nos hace ya tarde. Y anochece en nuestro Emaús.
¡Noche fatigosa la de nuestra fe, Señor!
El escándalo de tu cruz
ha trastocado nuestras ilusiones
y el desencanto se apodera de nuestras esperanzas.

Nuestros pies no soportan la larga caminata de la vida,
nuestras dudas y temores se hacen eternos.
Solos, no somos más que torpes discípulos de un crucificado.
Y no alcanzamos a entender el valor revolucionario
de tu testimonio.
De ahí, nuestras inquietudes y amargas desilusiones.

Sí, hemos tomado el camino equivocado
al atrincherarnos en el aislamiento de nuestros rezos,
en el abandono de la comunidad,
en la huida de toda búsqueda, en el olvido de tu palabra.
¡Qué torpeza la nuestra!

Gracias que en Emaús, Señor,
nos has despejado el camino…

Cuando se haga tarde y anochezca en nuestro corazón,
la escucha comunitaria de tu palabra
y el amor compartido en la fracción del pan
realizarán la experiencia de tu encuentro resucitador.
Entonces se abrirán nuestros ojos para reconocerte.

jueves, 23 de abril de 2020

HOMENAJES


A  JOAN MARGARIT, poeta laureado en tantas ocasiones, que vuelve hoy a ser encumbrado con el Premio Cervantes. La maldita pandemia le impide recibir el prestigioso galardón con los honores merecidos. Hoy, en el Día Internacional del Libro, modestamente, quiero hacer honor a este leridano que ha llenado tantas horas de mis tardes de ocio, con uno de sus poemas más inolvidable. Con razón se ha dicho de él que es de esos hombres únicos que tiene más poder en las yemas de los dedos que en los puños. Poder social, poder cultural, poder sentimental…

No tires las cartas de amor
No tires las cartas de amor
Ellas no te abandonarán.
El tiempo pasará, se borrará el deseo
-esta flecha de sombra-
y los sensuales rostros, bellos e inteligentes,
se ocultarán en ti, al fondo de un espejo.
Caerán los años. Te cansarán los libros.
Descenderás aún más
e, incluso, perderás la poesía.
El ruido de ciudad en los cristales
acabará por ser tu única música,
y las cartas de amor que habrás guardado
serán tu última literatura.

Al CENTRO CULTURAL y a LA BIBLIOTECA MUNICIPAL, que llevan muchos años siendo referentes insustituibles de la cultura de nuestro pueblo, Huétor Santillán. Vaya mi pequeño homenaje, desde el Sant Jordi maño, con un texto tomado de El Quijote, tan propio de hoy, dada la mortal pandemia, que nos circunda… pero con la “esperanza” del hidalgo caballero que dice:
"Sábete Sancho,…  que todas estas borrascas que nos suceden son señales de que presto ha de serenar el tiempo y han de sucedernos bien las cosas; porque no es posible que el mal ni el bien sean durables, y de aquí se sigue que, habiendo durado mucho el mal, el bien está ya cerca".
(Don Quijote de la Mancha, primera parte, cap. XVIII)




sábado, 18 de abril de 2020

EN MEDIO



Hoy, como en los primeros siglos, hemos de considerarnos un discipulado de referencia, dada la característica de la vida de los primeros cristianos,  según cuenta Tertuliano (converso teólogo de la segunda mitad del siglo II))  en su Apología contra los gentiles.   Allí leemos que los paganos, admirados de la fraternidad vivida entre los seguidores de Jesús, se decían unos a otros: “Mirad cómo se aman”. Y él mismo se reivindica testimonialmente escribiendo que “los cristianos no nacen, se hacen (Cap. XVIII)”…
Hoy nos encontramos en un momento de cambio de época, por “orden” de la pandemia que vivimos, dramático escenario actual, que ya predica negativas  consecuencias económicas y sociales. Audacia evangélica se nos pide en nuestra navegación de cada día. Nuestra esperanza es Él, dispuesto a meterse en nuestra vida con la señal de los clavos al aire pascual. El silencio de la “piedra corrida” ha dado paso a la Vida. 
Hoy, como Tomás, nos damos cuenta de que la fe pasa por momentos de oscuridad. Pero, ciertamente, es el momento para proclamar que el Maestro está vivo. Nuestra fe en su resurrección nos hace ser referencia del optimismo cristiano. Portamos, aunque débilmente, el derecho a la esperanza. 



Llegó Jesús, estando cerradas las puertas,
se puso en medio…
(Jn. 20, 19-31)

En medio del ancho hostil,
nosotros aterrados, a causa del hambre, del paro,
del sida, de la droga,
de los odios fratricidas, que ejecutan a hermanos,
sentimos un inmenso vacío sin ti.
Y somos puertas cerradas,
por miedo a complicarnos la vida.

Somos seres errantes, timoratos,
incrédulos a pesar de nuestros rezos,
tras siglos y siglos sin darnos cuenta
de tu maravilloso proyecto de humanidad nueva.

Plántate en medio, Señor,
muéstranos de nuevo tus llagas,
las tuyas,
y las de nuestros hermanos, los crucificados contigo
a través toda la historia…
A ver si, por fin, te reconocemos,
en tu aventura salvadora.

Tú, Jesús, no eres un recuerdo del pasado,
ni tu presencia es un tú en mi yo,
separado del nosotros.
Sí, visto lo de Tomás,
palpamos que no hay experiencia pascual,
si no te muestras en medio de nuestra comunidad.

Necesitamos (¡somos humanos!)
hurgar tus heridas drenadas y victoriosas,
para sentir la plenitud de vida nueva,
resucitada,
que emana paz, alegría, confianza.
Para gozar el destierro de todos los miedos,
de todas las tristezas, de todos los agobios…

Que tu Espíritu sople sobre nosotros,
reunidos en Iglesia,
para que la fuerza de su vendaval
abra nuestras puertas y
nos haga gritar a los cuatro vientos
con rigor profético:
¡Señor mío y Dios mío!

domingo, 12 de abril de 2020

AROMAS



"Confinado" en el sepulcro, ha triunfado sobre la muerte para vencer definitivamente el frenético ritmo del egoísmo humano. Testigos, las mujeres, y Pedro, y Juan... y hoy nosotros, la gran familia de la esperanza cristiana. Portamos los aromas en vasijas de barro, ¡que no se nos rompan por el camino!... 

… compraron aromas para ir a embalsamar a Jesús.
(Mc.16, 1-8)
Mujeres de la madrugada,
cargadas de muerte y miedo,
de amargura de ausencia,
y de aromas…
 No os asustéis, el alba
ha corrido la piedra.
Él ya no está aquí. Ha resucitado.

Lo veréis entre los hermanos,
en la boca del hambriento,
en los pies del perseguido,
en las rejas del encarcelado.

Él está en las lágrimas del huérfano,
en el dolor del enfermo,
en la patera del emigrante.

Lo veréis en el frío de los sin techo,
en la sangre inocente de las guerras,
en la encrucijada de todas las cruces…

Mujeres de la madrugada,
id y esparcid los aromas
entre los Cristos del alba.

sábado, 11 de abril de 2020

FELIZ NOCHE


Feliz noche 
que ha cambiado la historia 
de nuestras historias.
Feliz, 
que nos ha dado el derecho a la esperanza 
de todas las esperanzas.
Feliz, 
que ha roto los candados sacrales 
de todas las Jerusalén deshumanizadas.
Feliz esta noche intrépida
que nos envía a las Galileas de los gentiles 
tras remover la piedra de nuestro corazón.
Feliz noche...
¡¡que no está aquí, que ha RESUCITADO!!
Seamos felices, hermanos...

miércoles, 8 de abril de 2020

JUEVES SANTO


Jesús, anfitrión de la Cena “gestual”... Coge el pan y el vino; pero antes coge la jofaina y sorprende a sus amigos con un gesto que en su sociedad nunca haría una persona honorable: les lava los pies. Gesto de hospitalidad. Gesto de servidumbre. El Maestro rompe las fronteras de la desigualdad a favor de la fraternidad.
Lavar los pies al hermano, tras su polvoriento camino de la vida, es dejarse seducir por Dios en el servicio a los demás, en la grandeza del amor, en la hondura del perdón. El que quiera ser el más grande…


                            LA HORA

Sabiendo Jesús que había llegado la hora…
(Jn, 13,1-15)
I

Suena la hora.
El novio
ha salido a nuestro encuentro.
Se ha hecho servidor
a los pies de los amados,
ceñido con el atuendo de esclavo
y la jofaina en la mano.
Sólido signo de su ruta nazarena,
síntesis de la razón de su vida.

II
Suena la hora.
La hora de amar. Bálsamo infalible
de vida.
Y nos deja su testamento
donde uva y trigo
construyen fraternidad.

Es la Cena del Señor,
memorial a celebrar en la mesa globalizada
de todos tiempos,
hasta la consumación de todos los horizontes,
sentados todos negros y blancos y amarillos,
y ricos y mendigos.

III
Y suena la hora tras la Cena.
Terrible, inhumana hora.
Hora entre olivos y nocturnidad,
entre abandono y traición.
La hora del beso robado…
La hora de Getsemaní, lamento de un Amigo,
angustia de un Maestro,
fidelidad de un Cristo que arruina su corazón
para levantar a los hermanos.

¡Ha sonado la hora de la nueva Alianza,
complicidad de amor, dolor y remanso,
a la espera de ver florecer el leño verde!

sábado, 4 de abril de 2020

LAS SIETE PALABRAS



El silencio de Jesús durante sus últimas horas de pasión, sólo interrumpido por sus “siete palabras”, es sobrecogedor. Palabras que son el eco de los calvarios de nuestro mundo. Los de Cristo son los lamentos de dolor de tantos que continúan crucificados hoy.  Los evangelistas han recogido estas  palabras suyas en la cruz. Son muy breves, pero muy meditadas por las primeras comunidades cristianas, hasta hoy.

1.-  “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lc 23:34) Callaba camino del matadero, sumiso al beso traicionado, pastor herido en la huida de sus propias ovejas.  Imagino su tierna mirada a Judas, a Pedro, a Pilato, a la Verónica, al Cireneo, a su propia Madre… Y mientras se oye el martilleo sobre la cruz, su estremecimiento y su grito de dolor se tradujo en “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.
En los Gólgotas de nuestro mundo, resuena el perdón de las setenta veces siete… Desde entonces la dulzura del perdón es presencia del cristiano en la adversidad de la vida. La sociedad verdugo será crucificada en su propia maldad.  Pero en Él somos salvos. Su crucifixión es el lenguaje del perdón…

2.- “Te aseguro que hoy estarás conmigo en el Reino de los cielos” (Lc 23:43)  ¡Silencio en el planeta del coronavirus!… La palabra del Cordero ya inmolado dirigida a su vecino del  madero, no se confunda con el griterío sediento de sangre… No le pide explicaciones a su vandalismo de ayer. Simplemente, convertido en su instante de vida,  nace en él un digno candidato para ser inquilino de reino de los cielos. Es la auténtica liturgia que salva. Un gesto sublime del Nazareno que nos revela la misericordia  insondable del buen Dios.
Desde entonces son muchos los que hacen posible que la gente más marginada tenga un paraíso, refugiados, ancianos del desecho, niños abandonados, enfermos entre respiradores, inmigrantes, alumnos del sida…

3.- “Mujer, aquí tienes a tu hijo”. “Hijo, aquí tienes a tu madre” (Jn 19:26-27). La esperanza luce blanca en medio de la tiniebla humana. El corazón traspasado de María será cuna filial de una humanidad que desespera. Ella, al pie de su Hijo maltratado, es espejo donde muchas mujeres se mirarán para hacerse cargo del niño que no es suyo. La humanidad ha dejado de ser huérfana a pesar de la ejecución del Novio. El niño abandonado dormirá de nuevo en brazos de la madre. ¡Locura de amor! En medio de la crueldad que vive en su carne lacerada, al Nazareno le queda aún arrojo en su corazón para mirar al discípulo amado y hacerse solidario de su orfandad. Y también para acariciar la soledad de la Madre a quien no tocó el pecado, pero sí la injusticia de los sumos sacerdotes y gobernadores....

4.- “¿Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado?” (Mc 15:34 y Mt 27:46), ¡Sinceridad abrumadora! El Nazareno siente que su Abba querido lo está abandonando. Las heridas abiertas son la razón de su queja… Se identifica  con todas las víctimas de la historia, pidiendo a Dios alguna explicación a tanta injusticia, abandono y sufrimiento. En sus labios de abatido entre clavos y lanzada, reclama una respuesta del buen Dios, más allá de la muerte. Humanidad con dolores de parto en sus gritos, siempre sin respuesta… ¡Quejidos de inocentes mujeres maltratadas, de cándidos niños en manos de pedófilos, subsaharianos tragados en los mares, de pacientes abandonados a su suerte por el pecado de ser ancianos, de los moribundos abandonados en su soledad!  ¡Ausencia de Dios Padre!
El Hijo del carpintero no se rebela contra el Padre. Es un Job paciente. Tenazmente sigue confiando en un Padre que siempre esconde en su interior un misterio de amor. El salmo 22 iniciado por Jesús termina con un abandono confiado en las manos providentes de Yahveh.

5.- “Tengo sed”  (Jn. 19:28)  Es la expresión del cansancio y el ahogo de Jesús en la cruz. Palabra que recoge el discípulo amado intérprete del corazón del Maestro. Sed por encima del vinagre de la vida… Sed de justicia, de libertad, de fraternidad. Sed de lienzos para hacer más batas y mascarillas, sed de más líneas aéreas para mayor gloria de la solidaridad global, sed de mensajes cordiales que animan a destruir desesperaciones…
En este grito de Jesús está el reconocimiento de tantas personas involucradas desde hospitales y residencias de ancianos, desde los balcones impartiendo alientos y esperanza, desde los confinamientos por cumplir el protocolo humanitario… Sed de Amnistías, de Sin Fronteras, sed de Iglesias de los pobres, sed de espacios donde las relaciones fraternas pongan al descubierto la verdadera imagen de Dios.

6.- “Todo se ha cumplido” (Jn 19:30). ¿Nos anulamos al filo de nuestro cáliz? ¿No sentimos derrotados ante los continuos tropiezos con las piedras que forman parte de nuestro camino? ¿Nos cruzamos de brazos derramando lágrimas insolidarias, insolventes? ¿Cuando pase este tsunamis planetario volveremos a las andadas, lejos de las alegrías de vivir como hermanos? Nada se ha cumplido si las palabras de Jesús no se reproducen en la firmeza y valentía que animan a levantarse y adentrarnos en el camino de Emaús donde el Cristo triunfante levantará el pan de la fraternidad. Ya despunta el Sol por los aledaños de nuestras Galileas,  lejos de desalientos, de cobardías, de ritos litúrgicos infructuosos, perecederos…

7.- “Padre en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc 23:46). Triunfo de la fe por encima de toda adversidad. Triunfo de la fidelidad por encima de los imponderables  decaimientos. Triunfo de la constancia en un mundo renovado tras el Covid-19.
Una vez más, expresa la confianza de Jesús en  su Abba. Son palabras que se hacen realidad en los que viven con fidelidad y trabajan hasta la muerte para poner paz, para compartir el amor, para abrir caminos de esperanza…
Al fin, el Padre del Cielo romperá su silencio y nos resucitará en la resurrección de su único Hijo, a quien hemos de escuchar, una vez desechadas la vendas y los sudarios de una humanidad nueva  fortalecida tras el cataclismo viral.