Jesús, anfitrión de la Cena “gestual”...
Coge el pan y el vino; pero antes coge la jofaina y sorprende a sus amigos con
un gesto que en su sociedad nunca haría una persona honorable: les lava los
pies. Gesto de hospitalidad. Gesto de servidumbre. El Maestro rompe las fronteras
de la desigualdad a favor de la fraternidad.
Lavar los pies al hermano, tras su polvoriento camino de la vida, es dejarse
seducir por Dios en el servicio a los demás, en la grandeza del amor, en la hondura
del perdón. El que quiera ser el más grande…
LA HORA
Sabiendo Jesús que había llegado la hora…
(Jn, 13,1-15)
I
Suena
la hora.
El
novio
ha
salido a nuestro encuentro.
Se
ha hecho servidor
a
los pies de los amados,
ceñido
con el atuendo de esclavo
y
la jofaina en la mano.
Sólido
signo de su ruta nazarena,
síntesis
de la razón de su vida.
II
Suena
la hora.
La
hora de amar. Bálsamo infalible
de
vida.
Y
nos deja su testamento
donde
uva y trigo
construyen
fraternidad.
Es
la Cena del Señor,
memorial
a celebrar en la mesa globalizada
de
todos tiempos,
hasta
la consumación de todos los horizontes,
sentados
todos negros y blancos y amarillos,
y
ricos y mendigos.
III
Y
suena la hora tras la Cena.
Terrible,
inhumana hora.
Hora
entre olivos y nocturnidad,
entre
abandono y traición.
La
hora del beso robado…
La
hora de Getsemaní, lamento de un Amigo,
angustia
de un Maestro,
fidelidad
de un Cristo que arruina su corazón
para
levantar a los hermanos.
¡Ha
sonado la hora de la nueva Alianza,
complicidad
de amor, dolor y remanso,
a la espera de ver
florecer el leño verde!
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