sábado, 29 de diciembre de 2018

ENRIQUE AMIGO

     Hoy, mientras corro a lomo del AVE, camino de Zaragoza, “se me ha roto la vida entre mis dedos”, como dice el poeta, aunque es el momento de evocar con gozo tu excelencia humana y espiritual. Sí, porque tú Enrique, siempre has sido para cuantos te hemos conocido la medida del corazón humano.
     He sentido enormemente, junto a mi mujer, no poder acompañarte en tu feliz tránsito al Padre. Y ya, desde hoy mismo, en tu celestial lejanía, habrás visto cuánto te echamos de menos, tu piadosa mujer, tus adorables hijos y nietos y tus incondicionales amigos.
     Muchas veces, me brindaste el gozo de entrar en tu intimidad, donde pude encontrarme con el Enrique siempre comprometido en abrir futuro en el delicioso mundo de la amistad. Por ello, déjame ahora caer en la tentación de hilvanar retazos de lo que ya hoy es tu historia.
     Tu personalidad humana y cristiana se fue forjando, día a día, en el seno de una familia tuya profundamente cristiana y esa otra familia, tan tuya también, los jesuitas. De joven, pasaste dejando una estela de brillante alumno universitario. Y tu labor de cirujano y traumatólogo, posteriormente, sobrepasó con mucho las estrechas lindes de los quirófanos. Todo habla de un pasado de respeto y profesionalidad, sencillez y generosidad, talento y tesón. Huellas que marcaron un camino, en el que siempre trataste de situarte al lado, como quien no está ahí; pero así, calladamente, nos aleccionaste a muchos. Fuiste todo un maestro, con la misma “maestría” de haber sido alumno laureado.
     Tú has sido, amigo, un hombre de bien que siempre caminaste dando la espalda a tus muy merecidos honores. Siempre te he visto imbuido de un profundo amor a la alteridad de nuestras gentes, inclinado reverente ante el sacramento de la amistad, identidad de cada hijo de Dios.
     Fuiste hombre adornado providencialmente de una exquisita sencillez. Sabías mucho, y lo disimulabas mucho más con tus medidas palabras, sin sobresalto, ante cualquier conversación llevada a cabo por quienes compartíamos el gozo de formar parte de tus amigos. Supe de tu dedicación a los enfermos de la que hiciste tu idea-bandera, sobre todo cuando se trataba de tu compromiso con los desfavorecidos, donde no dejabas espacio a la frivolidad de consideraciones meramente altruistas.           Has sido fiel orfebre manejando a la perfección el buril de tu profunda espiritualidad. Creyente, de fe profundamente eclesial, te dolían las sombras de la Iglesia y gozabas de las luces de un cristianismo comprometido en la alegría del nuevo rumbo emprendido por el papa Francisco.
     Hombre inmensamente culto, tú has hecho de la cultura una actitud creativa del día a día. No hay más que entrar en tu casa, tanto en Huétor como en Granada, para respirar tu arte por todas las esquinas. Recordarás las veces que te “presioné” para que escribieras tus memorias. ¡Cuántas veces tuviste que aguantarme la repetición de aquellos versos de nuestra inmortal Rosalía de Castro: "es feliz el que soñando muere, infeliz el que vive sin soñar”! Hasta última hora, sólo una semana antes de tu muerte, mantenías felices proyectos, aunque nunca cuajó lo de tus memorias… Leías con fruición, te embarcabas en el alumnado de la Universidad de Mayores, como un aprendiz más, que solías decir. Si el poeta Benítez Carrasco o el Padre Cué pudieran hablar hoy, nos dejarían los regalos de tu andadura cultural, como dirían también tus plantas, tus flores, tus repujados, tus taraceas…
    Y, finalmente, ¿qué hablar de tu Huétor Santillán que hoy siente tu ausencia? Fuiste hechizado por esta tierra serrana de la que has sido nombrado merecidamente “hueteño predilecto”. Tus gentes confiesan tu continua disponibilidad, querido doctor Berruezo, cada vez que has sido requerido ante cualquier urgencia. No en vano, cuando venías a Huétor Santillán hasta el aire te saludaba, en palabras de Ángel Ganivet.
    Me viene a la memoria la escultura en bronce de Jean Louis Corby, “El vacío del alma”. Sí, inmenso vacío nos dejas en tu despedida. Pero estoy convencido de que entre tu gran Lola y tus hijos lo sabrán llenar, con creces, pues, como decía el Dalai Lama, "la única religión verdadera consiste en tener un buen corazón". Y yo doy fe de tu buen corazón.
     Desde la nostalgia de mi finitud pegada a la tierra, brindo por tu paz en ese nuevo estado infinito que alimenta mi esperanza en el más allá. Gracias por tu amistad que no podré olvidar jamás. Sería una imperdonable deslealtad. Y me despido con el abrazo de dos vueltas que tú decías, pues has sido siempre para cuantos te hemos conocido un icono humano de preciado valor.

domingo, 23 de diciembre de 2018

BUENOS DESEOS


 
 Navidad sea esperanza
portada en el hueco de nuestras manos,
y paz callada en el rincón
de nuestros corazones.

Sea Navidad alegría
para las buenas gentes,
trabajo que destruya pobrezas,
y pan para vida de niños desfallecidos.

Sea Navidad el rayo que fustigue la mafia
de nuestros mediterráneos,
y la luz que disipe las tinieblas
del mundo nuestro enfermizo.

Y…  2019 no sea los doce cobijos
del dinero ajeno,
ni la osadía que mienta
como el año mendaz que fenece.



domingo, 16 de diciembre de 2018

PARA REFLEXIONAR


Me tomo la licencia de transmitiros estas de letras de José Luís Sicre, teólogo y amigo, sobre la Lotería de Navidad, las elecciones y Juan Bautista…

Quedan pocos días para la Lotería de Navidad. La buena noticia es que toque, terminar teniendo más de lo que tenemos. En cambio, Juan anima a compartir lo que tenemos, a terminar teniendo menos. "El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo." 
En vísperas de elecciones, el candidato “bueno” es el que anuncia mejoras salariales, reducción de impuestos, estado de bienestar. ¿Qué candidato se atreve a exigir a los distintos colectivos más honradez y responsabilidad en el cumplimiento de sus obligaciones y a no pedir mejoras salariales? En cambio, Juan Bautista exige a los recaudadores de impuestos no exigir más de lo establecido y a los militares no extorsionar a nadie y contentarse con su paga.
Quien imagine que Juan va a perder las elecciones con ese programa, se equivoca. Al contrario, la gente se pregunta si no será el candidato ideal, el Mesías. Pero él lo niega. En esta campaña electoral, él se limita a pegar carteles, a bautizar con agua. El verdadero candidato, el Mesías, vendrá después y pondrá en práctica esa profunda reforma que anhela el pueblo: desaparición de los romanos y de los judíos perversos que los apoyan, libertad y bienestar para el pueblo oprimido. En el lenguaje duramente poético de Juan, Judá es una era, y el Mesías vendrá a separar la paja del grano, a guardar el grano y quemar la paja.
¿Es esto una buena noticia? Indudablemente. Así lo interpreta el pueblo. No importa si le exigen renuncias y compromisos, porque también le ofrecen un futuro esperanzador.
Mateo y Marcos, cuando presentan a Juan Bautista exhortando a convertirse no concretan qué implica eso en la práctica. Lucas aterriza en cosas muy concretas: compartir el vestido y la comida (hoy añadiríamos, el dinero), honradez y responsabilidad en nuestras tareas como ciudadanos. Es la mejor forma de vivir el Adviento.

sábado, 15 de diciembre de 2018

COMPARTIR


El que tenga dos túnicas
que se las reparta con el que no tiene… (Lc. 3.10-18)



Justicia y fraternidad
es la voz que mana del Jordán,
donde el bautismo reparte las túnicas,
comparte el pan,
no engaña, no extorsiona…
Es el agua que baña la ilusión de vivir
en el horizonte de cada vida…

La razón de mi gozo
es sentir cerca al que supo compartir su todo
en el espacio global de la humanidad.

A orillas del Jordán,
escuchando a Juan, el precursor,
he aprendido a esquivar las heladas del corazón,
y a compartir el calor del espíritu.

He aprendido a encarar el desasosiego y la tristeza
y a comunicar la alegría nueva
desde parcelas de sobriedad
y solidaridad.

Como el agua riega las riberas del Jordán,
como la sangre brota del corazón traspasado,
he de saber compartir
la túnica de mi alma,
el pan de mi corazón,
el aliento de mi ser
por la justicia y la fraternidad verdaderas.

sábado, 1 de diciembre de 2018

EN PIE


… y manteneos en pie
ante el Hijo del Hombre.
(Lc. 21, 25-28. 34-36)


Es tiempo de reencuentro.
Pongámonos de pie
que Él está ahí. Nunca se fue.
Si acaso, le hemos perdido la pista…

Levantemos la mirada por encima
de la muchedumbre que empaña
los ojos del corazón.
Él está ahí. Nunca se fue.
Él es nuestra liberación, prodigio de Dios.

Vamos a su encuentro, no esperemos más.
Deja que truenen los truenos,
deja que enloquezca el oleaje,
deja al sol, a la luna, a las estrellas con sus signos…
Salgamos con pie firme a su encuentro.

Recobremos el aliento para espabilar el corazón
maltrecho y desaliñado…
Afinemos el oído que Él es soplo
en silencioso de esperanza
entre el cortejo de inmensos ruidos.

En pie, hermanos. Es el Hijo del Hombre.
Él es poder y gloria, maravilla de Dios.

¡Él es nuestra liberación!