… y manteneos en pie
ante el Hijo del Hombre.
(Lc. 21, 25-28. 34-36)
Es
tiempo de reencuentro.
Pongámonos
de pie
que
Él está ahí. Nunca se fue.
Si
acaso, le hemos perdido la pista…
Levantemos
la mirada por encima
de
la muchedumbre que empaña
los
ojos del corazón.
Él
está ahí. Nunca se fue.
Él
es nuestra liberación, prodigio de Dios.
Vamos
a su encuentro, no esperemos más.
Deja
que truenen los truenos,
deja
que enloquezca el oleaje,
deja
al sol, a la luna, a las estrellas con sus signos…
Salgamos
con pie firme a su encuentro.
Recobremos
el aliento para espabilar el corazón
maltrecho
y desaliñado…
Afinemos
el oído que Él es soplo
en
silencioso de esperanza
entre
el cortejo de inmensos ruidos.
En
pie, hermanos. Es el Hijo del Hombre.
Él
es poder y gloria, maravilla de Dios.
¡Él es nuestra
liberación!
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