domingo, 10 de septiembre de 2023

SANDRA O EL ARTE DE SER


 

Ya suenan los toques de retreta para las muchas fiestas populares que llenan nuestras geografías. Esas fiestas que durante días han humanizado a los pueblos con su bullicio en las calles, sus verbenas, sus competiciones deportivas, las amenas ofertas en los tenderetes de inmigrados, las delicias de los niños en los “tiovivos”, los fuegos artificiales… ¡Un derroche de alegría!  Y es que las fiestas son fascinación, días y noches de complicidades.  Todo  un fenómeno “marginal” de la vida cotidiana no como sustitución, sino como complemento de lo cotidiano, como antibiótico de la monotonía… Un pueblo no puede pasar sin sus fiestas: trabajar y festejar forman el binomio de la vida humana. Es la cultura de la fiesta de la que habla Odo Marquart, en La fiesta. “El hombre es  un ser festejante”, escribía en 1993. Pues bien, así lo ha vivido hace tan solo unos días Beas de Granada: un reto tanto estético como social, casi una “liturgia secular” con marchamo histórico en su pregón.

Un pregón que este año ha tenido una de las mejores  rúbricas de su historia en la persona de Sandra Pastrana.  Nacida en Granada, su vida se fue tejiendo  en el seno de los “matrucas y pintaos” de Beas de Granada, hoy vive en Roma junto a sus amores Alessandro Liberatore, su esposo, tenor de amplísimo curriculum,  y su joya de unos meses, Donatello.  Sandra aletea como brillante ganadora de numerosos concursos internacionales de canto. Intérprete  bajo la batuta de grandes directores y en prestigiosos teatros líricos y con una rica discografía en su haber. Musa divina interpretando obras de  Wagner, Albéniz, Ravel, Rossini, Janáček, Puccini,  Montsalbatge, Mozart, Bizet, Falla… y tantos otros, ha triunfado en el Auditorio Nacional de Madrid con el Réquiem de Verdi.  Y, últimamente,  ha grabado con la orquesta de RTVE, “El barberillo de Lavapiés” de Asenjo Barbieri.  Próximamente, en el Teatro Real de Madrid, interpretará Rigoletto de Verdi , así como diversos recitales a lo largo de la geografía española. 

Su molde  artístico que cabalga triunfalmente gracias a esa voz de graves llenos de musicalidad y sublime afinación, ha trascendido al convertirse en pregonera de las fiestas de Beas de Granada. Su pregón resonó con gracia e  ingenio, con ese aire inequívoco de quien ha vivido gran parte de su niñez a la sombra de la majestuosa imagen del “fraile”, prodigio  de la naturaleza. Un entretenido  pregón que cumplió a la perfección recordando y festejando los valores del pueblo...  Insumisa como valiente en su “démarrage” pregonero, cautivó nuestra atención cuando alzó su voz de indiscutible mezzo en compló con el juego seductor de su mirada puesta en escena para invitarnos a subir virtualmente al escenario. Todo un frescor de alegría jalonaba la abarrotada Plaza Alta,  en medio de una noche inmensamente cálida. Supo tejer empatía y solidaridad. Y así, ejerció de “sacerdotisa” predicando y exaltando  el desarrollo social y folklórico del pueblo. Al mismo tiempo que  profesó de “maestra”, haciendo del pregón el  arte de saber contar anécdotas y chascarrillos, con la autoridad de saberse carta de naturaleza entre sus familiares y amigos beatos. Graciosa y pícara, presa de encanto y tradición, sintiéndose en “la mejor platea de sus actuaciones”, hizo guiños a la gastronomía y, en concreto, al vino de Beas, elogió la Peña Flamenca, se detuvo en la idiosincrasia de un pueblo “trabajador, acogedor y solidario”… Recordó con emoción a su iglesia parroquial de la Inmaculada del siglo XVI y -¿cómo no?- su sentimiento de pertenencia lo enmarcó con una evocación sumamente singular a sus abuelos Manolo y Encarna.

Se despidió a lo grande, como no podía ser de otra manera, interpretando la romanza “De España vengo” de Pablo Luna. Pero el broche final,  el zenit del pregón lo inmortalizó bajo las notas de Agustín Lara cantando  “Granada”, con una voz que ha alcanzado la redondez en el registro de mezzo: ¡momento espléndido! Si la sencillez era una meta para Picasso, de Sandra podemos decir que vivir con sencillez la gloria de los escenarios ha sido siempre su meta… ¡El arte de ser!