miércoles, 14 de abril de 2021

EL CURA SILES


 Antonio,  hace 25 años hoy fuiste ordenado sacerdote. Tu paso ministerial por Santa Fe, Santa Micaela, Santos Justo y Pastor, la Pastoral Universitaria, la parroquia de Huétor Santillán  y, últimamente, en la Abadía del Sacromonte como canónigo y párroco y consiliario de la Hermandad de los Gitanos, son auténticas credenciales de tu buen hacer Iglesia. Tu especialidad en Bellas Artes y Teología aún te acredita más como hombre culto y a la altura de los tiempos que corremos. Es una gracia de Dios tenerte cerca desarrollando empatía en nuestra comunidad parroquial. Te deseo FELICIDADES a manos llenas y que sigas "cantando" tu mininisterio sacerdotal  sin bajarte de tono...  Humildemente, te ofreco este soneto que pongo en tu boca, basado en tu profunda piedad mariana.

MARÍA DEL SACROMONTE    


Déjame  acompañarte en tu llanto,
cuando Él ya derrotado en su tortura
descansa frío y muerto en la espesura
de tu amor.  ¡Dolor y cruel desencanto!
 
En tu regazo, Madre, acoges cuanto
de luto y daño llora en su amargura
ese otro hijo de la noche oscura,
venido del mar, del hambre. ¡Oh, quebranto!
 
Quiero unirme a tus dolores, María
del Sacromonte, y, en mí, desahogar
tus penas, tomar su cruz, día a día,
 
con el sufrir humano...y bogar, bogar
a su lado con la inmensa alegría
de gozar la vida en tu eterno hogar.



viernes, 9 de abril de 2021

NOBLEZA OBLIGA

 ROMUALDO, EL ARTE DE SER MÉDICO

 Confieso que he cogido entre mis manos con respeto y equidad el teclado del ordenador para adentrarme en la figura de Romualdo Aybar Zurita que ha estado al frente de la salud familiar de Huétor Santillán, durante una decena de años, tratando de no caer yo en la costumbre inveterada de elogiar a quien se va. Escribo  a impulsos de mis sentimientos, sin más pretensión que esbozar esa personalidad que descubrí en su consulta en el desarrollo de mis leves patologías.

El menor de sus seis hermanos, Romualdo era hijo de maestro y ama de casa.  Padre de una hija y dos hijos que califica como “buenas personas”. (¡Faltaría más!, diríamos que “de casta le viene al galgo) El cáncer padecido por su padre  despertó en él su vocación por la medicina de familia. Y su inquietud intelectual le llevó a especializarse en  psicoterapia gestáltica relacionada con la psicología humanista. Aquel chico que  en verano recogía melocotones y, durante el curso, se desplazaba en bicicleta para ir a la facultad, es un insaciable aprehensor de conocimientos, tan culto como llano y afable, sabiendo “ver” a sus pacientes, desde su faceta humana de amigo y consejero. Se ha distinguido, y se distingue hoy, por su alto sentido clínico. Como médico vocacionado, pues, me ha inspirado siempre una gran confianza, formulando la pregunta clínica adecuada. No maximizaba, pero tampoco minimizaba el diagnóstico del paciente. Atendía su consulta con visión holística trascendiendo el modelo biomédico tradicional. Creo poder decir sin equivocarme que “miraba” al interior de la persona antes de pronunciarse en su diagnosis. No en vano acumuló experiencia, anteriormente, por las tierras de Fiñana y Guadix.

Le he visto siempre como hombre libre, lejos de adscripciones a ideologías o banderas, leal sindicalista y profundamente crítico con el estado actual derivado de la pandemia. Enraizado en nuestro pueblo desde su comienzo profesional, participaba con frecuencia en los eventos culturales promovidos por el Ayuntamiento, el Centro Cultural o la Comisión de Salud que él mismo había creado como espacio de inculturación de la ciencia médica-sanitaria  en nuestro entorno popular. Sus aportaciones “on line” nos enriquecían  a través de artículos de hechura ajena o producción propia, poniéndonos al corriente del debate médico-sanitario bajo el enfoque de su honda formación profesional. Hombre de fácil conversación y exquisita deferencia en la atención médica. Me recuerda a Paracelso, cuando hace más de cinco siglos, definía la vocación médica así: “El médico crece en el corazón, procede de lo divino, es luz natural, y el fundamento más valioso de su arte de curar es el amor”… Su recuerdo permanecerá reconocido en nuestro pueblo, como el arte de ser médico de familia. Un testigo que recogerá, sin duda, su próximo sucesor en nuestro Centro de Salud.

El próximo 9 de abril se incorporará al Centro de Salud de Cartuja, en Granada. ¡Mucha suerte, amigo!


sábado, 3 de abril de 2021

FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN

 

Es hora de salir de la noche de todas las miserias,

de atravesar ciudades y pueblos entre mascarillas,

renovando  ilusiones en odres nuevos,

como metáfora vital, que abre a la alegría de esperar…

 

Es hora de ver el túnel de la covid planetaria,

desde la piedra corrida del huerto de Arimatea

y anunciar que las vendas están por el suelo, ¡aleluya!

¡Es hora de la Vida nueva!

 

Es hora de olvidar esquemas viejos,

de escuchar el misterio y  cerrar los ojos para ver

y gustar su presencia proclamada:

¡No está aquí, ha resucitado!... Y contarlo a los hermanos.

 

Es hora de despertar con el alba de cada día,

y descubrir la presencia ya oxidada del amasijo

de las espinas, de los clavos, de la lanza…

¡Es la hora de la Vida nueva!

 

Es hora de dejar  que nuestra savia confiese

que Él es vida, verdad y camino,

que sólo El tiene palabras de vida eterna,

que en Él somos la esperanza de los pobres y excluidos.

 

Es la hora de traspasar con audacia la línea roja

de nuestras comodidades y frívolas veleidades,

para decididamente lavar los pies de los hermanos.

¡Es la hora del Resucitado en cada esquina!