Es hora de salir de la noche de todas las miserias,
de atravesar ciudades y pueblos entre mascarillas,
renovando ilusiones en odres nuevos,
como metáfora vital, que abre a la alegría de esperar…
Es hora de ver el túnel de la covid planetaria,
desde la piedra corrida del huerto de Arimatea
y anunciar que las vendas están por el suelo, ¡aleluya!
¡Es hora de la Vida nueva!
Es hora de olvidar esquemas viejos,
de escuchar el misterio y cerrar los ojos para ver
y gustar su presencia proclamada:
¡No está aquí, ha resucitado!... Y contarlo a los hermanos.
Es hora de despertar con el alba de cada día,
y descubrir la presencia ya oxidada del amasijo
de las espinas, de los clavos, de la lanza…
¡Es la hora de la Vida nueva!
Es hora de dejar que nuestra savia confiese
que Él es vida, verdad y camino,
que sólo El tiene palabras de vida eterna,
que en Él somos la esperanza de los pobres y excluidos.
Es la hora de traspasar con audacia la línea roja
de nuestras comodidades y frívolas veleidades,
para decididamente lavar los pies de los hermanos.
¡Es la hora del Resucitado en cada esquina!
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