…
sea vuestro servidor.
(Mc.10,
35-45)
Entiendo, hijos de Zebedeo,
el duende que anida en vuestro corazón de
trueno,
y más si detrás
está el sueño maternal de ver triunfar a sus
hijos,
capaces de darlo todo por el Galileo.
Es muy humano. Pero el Maestro
nos lo ha dejado muy claro…
El éxito está en la lucha gozosa
de consumir el cáliz.
El Hijo del hombre va por delante,
¡servir y dar la vida!
Sin fardos pesados para nadie,
sin privilegios ni sumisiones,
nadie por encima de nadie.
El modelo señor-esclavo ha sido abolido
en la luna llena de su pascua.
Desde entonces,
sólo se porfía en el servicio a los demás,
¡alternativa de amor!
En los asfaltos arden esquemas de dominio
y opresión.
En nuestra
calle
todos somos peregrinos de la razón última
de la Buena Noticia,
¡los hermanos!
Hijos de Zebedeo, de ayer y hoy,
a corazón descalzo hemos de servir
y dar la vida,
como fuerza sin ruido,
aferrada al mar inmenso del Nazareno.
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