sábado, 22 de octubre de 2011

CARA Y CRUZ



Amarás al Señor tu  Dios…
Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
 (Mt. 22, 34-40)
 
 
Bendito sea Dios, creador del universo,
Señor de los océanos y de los riachuelos.
de los árboles que alegran nuestros bosques
y de las plantas que adornan nuestros jardines.
En Él brillan las estrellas y sonríen los niños.
En Él está la savia de nuestros viñedos
y el  pan dorado  de nuestros trigales…
Él es la cara del amor derrochado  en el amor humano.
Cara impresa en nuestro afortunado sello bautismal:

Amarás al Señor tu Dios con toda tu corazón,
con toda tu alma, con todo tu ser.
                         
Alabado sea mi Señor, que nos ha hecho en su molde.
Nos puso al timón de las obras de sus manos.
Nos hizo patrón de  mares y  ríos,
cantautor de sus grandezas:
de los  árboles, de las flores, de las bestias del campo.
Nos inundó de ternura.
Nos marcó con el amor a nuestros semejantes
al igual que nos amamos a nosotros mismos.
Él es la cruz de la divinidad derrochada en nuestra humanidad.
Es la cruz impresa en nuestro afortunado sello bautismal:

Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
                                  …

Bendito eres Tú, Dios del amor incomparable,
que has hecho de tu Palabra, la cara y la cruz de nuestra felicidad.
Cara y cruz de tu alianza comprometida,
               cara y cruz,  derroche de tu esencia,
                               de tu propia definición de Dios, Padre y Madre.
Señor, que nadie ni nada secuestre el barro con que nos moldeaste.
Que no se manipule ese amor gemelo,
 -¡Dios y prójimo!-,
que desde la eternidad ha sido el parto fecundo de tu verdad.
Que nada ni nadie, Señor,
 nos robe la soberanía de nuestra dignidad fértil.

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