jueves, 20 de octubre de 2011

INOLVIDABLES PATERAS


A los mártires del mar y de la esperanza.



Escasos metros infortunados de eslora,
de carne y hueso y almas muy llenos,
de promesas coreadas por la miserable morralla.
¡Cegadas pateras, no emigréis a la nada!

Azote traficado en centurias humanas,
tórridos hombres, mujeres, niños, esperanzados
en el vil escándalo de la monstruosa caterva.
¡Acusad, denunciad, cándidas pateras!

Lloran, sufren, llegan exhaustos…
Destino, otros, a la deriva, atados a la guadaña
hacedora de carnaza, en el silencio de la chusma.
¡Confesad, atónitas pateras, enjutas!
                                                       
Siniestra fortuna en la mar gangrenada
de hermanos pútridos, yertos,
providencia corrupta, carcinoma de los dineros.
¡Bramad, bramad ya,  pateras, contra el negrero!

¡Escupidle en vuestra hartura, pateras!
En vuestra suerte cruel, inhumana,  no se oye
más que palabras, palabras, palabras sordas.
¡Despertad, silentes pateras, ante esa tropa!

Cínicos ayes de medrosos gerifaltes,
que se lavan las manos tras necias soluciones.
Ante la rosa de los vientos y de la mar,
¡gritad, pateras, y rugid y tronad más y más!

Y no sepultéis, ay, mar adentro a vuestros muertos,
que los veamos arribar nosotros, impávidas
momias
de las teles, de las playas, de los puertos,
¡inolvidables, pateras!

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