A Dolores,
amiga a lo ancho del mar.
Águilas, 2006
Siento agrietarse mis soledades,
cuando mediterráneas olas,
tímidamente ellas,
encaran la arena playera
entonando frescuras de nanas
al descanso merecido de las gentes.
Siento cuartearse mis sufrimientos
cuando, a los lejos,
entre algas y pedregales,
espumas blancas dibujan en mis ojos,
de sorpresa llenos,
sus ansias de fértil abordaje.
Siento desmoronarse mi vida complicada,
cuando, en lontananza,
la mirada me desnuda susurrándome
esperanza y aliento,
entre el azul azulísimo del mar
y el clarísimo azul del cielo.
Siento florecer mis desiertos del alma,
cuando contemplo surcos en la mar de gabarras,
exentas de tórridas mafias,
que aportan entre sus redes
no pocos peces,
laborioso pan para sus casas.
Mis soledades siento que se agrietan,
que se cuartean mis sufrimientos,
que mis complicaciones se desmoronan,
y hasta florecer mis desiertos siento,
cuando contemplo mis despertares en tierra amiga,
entre amigos tiernos, ágape de eternidades.
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