Para Mary Carmen García Segura,
soprano multipremiada,
que ríe cuando canta,
que canta cuando llora.
Cantad, hermanos,
que la música es palabra hecha carne
en el corazón humano,
en la sonrisa del niño,
en las penas del llanto,
en el silencio del anciano.
Cantad, amigos,
que la música no conoce fronteras,
ni enemigos.
Rompe los muros sin promesas
y entra en las casas de los presos,
en los océanos, en los bosques,
en las montañas y sus roquedos.
Cantad, extranjeros,
que la música es pentagrama de amor,
señora de la alegría, dádiva
defensora de la armonía,
suspiro del alma, y honor.
Cantad, hijos de Dios,
que la música es espolón
donde se estrellan las vilezas,
donde vibra la tierra con sabor de cielo
y es hermana del mundo donde se reza
a la eterna galaxia
que no conoce muerte ni cieno.
Cantad todos,
que la música es hábil destierro
de todos los miedos.
Es la reina del tú y yo, del nosotros,
en coloquio de amor y paz.
Es la llave
que en la tierra prometida
abre todos los zaguanes.
Cantad, pues, cantad,
¡todos cantad!,
que en la música está Dios.
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