sábado, 8 de octubre de 2011

EL FESTÍN


                                    
                           …convidadlos a la boda.
                           (Mt. 22, 1-14)






Nosotros, tus amigos, instalados en la vida cómoda,
ocupados en nuestros intereses vulgares,
hemos declinado tu invitación.
¡Te ha sorprendido la necedad de nuestras disculpas!

                                
 
Pero, Señor,
¿qué festín es éste tan importante,
que tu generosidad ha vuelto a las calles y plazas?
Ha tocado en el corazón de la morralla humana,
presa de hambre,
         de andrajos y mendicidad.
y así,
ha llenado la sala de comensales
y la fiesta ha brillado felizmente.

Ya comprendo…
Estaba en juego la médula del evangelio,
¡el banquete de tu alianza!

                                

Perdónanos, Señor,
de ser unos transeúntes en el camino
hacia la comida de otras bodas, que no son las tuyas.
Y danos una nueva oportunidad.
En nuestras encrucijadas, haznos atentos a tu invitación,
haz que repararemos en el vestido de fiesta,
en la conversión del corazón,
en el gozo de la fraternidad pascual.

Será nuestra elección esencial.
Y el extraño, y el vecino,
y cada uno de nosotros,
                                   ¡tu Iglesia!,
seremos la esposa de tus bienaventuranzas.

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