…convidadlos a la boda.
(Mt. 22, 1-14)
Nosotros, tus amigos, instalados en la vida cómoda,
ocupados en nuestros intereses vulgares,
hemos declinado tu invitación.
¡Te ha sorprendido la necedad de nuestras disculpas!
…
Pero, Señor,
¿qué festín es éste tan importante,
que tu generosidad ha vuelto a las calles y plazas?
Ha tocado en el corazón de la morralla humana,
presa de hambre,
de andrajos y mendicidad.
y así,
ha llenado la sala de comensales
y la fiesta ha brillado felizmente.
Ya comprendo…
Estaba en juego la médula del evangelio,
¡el banquete de tu alianza!
…
Perdónanos, Señor,
de ser unos transeúntes en el camino
hacia la comida de otras bodas, que no son las tuyas.
Y danos una nueva oportunidad.
En nuestras encrucijadas, haznos atentos a tu invitación,
haz que repararemos en el vestido de fiesta,
en la conversión del corazón,
en el gozo de la fraternidad pascual.
Será nuestra elección esencial.
Y el extraño, y el vecino,
y cada uno de nosotros,
¡tu Iglesia!,
seremos la esposa de tus bienaventuranzas.
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