Hace falta cambiar el lenguaje en la Iglesia, no el contenido del mensaje. Que los jóvenes no nos entienden, es evidente. Atados a categorías cartesianas, apegados al discurso de la razón, olvidamos otros paradigmas de la actual cultura. Hablamos sobre aspectos que a ellos ni les van ni les vienen; les suena a lenguaje arcaico, obsoleto y rancio, troglodita. Necesitan conocer más a Jesús y encontrarse con Él desde una experiencia profunda, sin aditamentos semánticos del discurso teológico.He leído cartas de muchos prelados con motivo de la JMJ ¡Qué pocos hablan de Jesucristo! Se limitan a radiografías espeluznantes sobre los jóvenes a los que tildan poco menos que de delincuentes con lenguaje apocalíptico, catastrófico, denigrante a veces.
El lenguaje de la Iglesia ha de cambiar siguiendo un paradigma excelso: Jesucristo, Palabra Viva. Desde ahí engancharán mucho mejor. Andamos muy empeñados en mirar el dedo que señala la luna y hay quienes se quedan bobaliconamente mirando el dedo...
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