FLORECILLAS
A Viviane de Estrasburgo,
colmada de franciscanismo.
En soplo de barro y manos de Asís,
menudo y silente como el orvallo,
fue lindero de luz un ruiseñor
de corazón fraternal, sin desmayo.
Juglar de lo divino, y nazareno,
portador de cruz, fue inmenso humano.
Se jugó la aventura de la nada
entre mercaderes y Vaticano.
Atrincherado en el sudor, y en chanclas,
fue savia nueva rociando senderos.
Predicó pobreza de buena nueva,
y era azote de creyentes arteros.
Peregrino, huésped su corazón
de lobos y corderos, campo y lodo,
sus huellas marcaron hitos en siglos
de discípulos, venturas, … ¡y todo!
Hoy también me acuerdo de ti ¡Felicidades!
ResponderEliminarMuchos besillos