sábado, 18 de febrero de 2012

LAS TEJAS

levantaron unas tejas encima de donde estaba Jesús…
(Mc. 2, 1-12)



Señor,
en tu casa de Cafarnaún
yo soy ese paralítico.

Mis hermanos han abierto el boquete,
han levantado tejas.
Y ya estoy a tu lado…

Muchas tejas, sí,
una muchedumbre de ataduras
me ha impedido acercarme a Ti.

He necesitado sujetarme a ellos,
comunidad de fe y amor,
para saltar de la camilla de mis comodidades
y encontrarme con tu salvación.

Convencido de que no es mi fe personal,
mía propia,
la que me ha uncido a ti,
sino la fe común de los hermanos,
que ha cargado con mi camilla.


Tú has visto mi parálisis espiritual…
Ahora, no me dejes reponer las tejas de mi indiferencia,
de mis apatías,
las tejas de mis indecisiones y obstáculos .

No.  Que Tú mantengas destejado mi corazón;
y no dejes de ser mi camillero de por vida,
mi único asidero,
para poder saltar sobre mis errores
y volver a la dignidad perdida.

Entonces…
Acertaré yo mismo a ser  camillero de mis hermanos,
a quienes debo conducir a tu casa de Cafarnaún…
Pues ¡ya he aprendido el camino!





       

No hay comentarios:

Publicar un comentario