… compraron aromas
para ir a embalsamar a Jesús.
(Mc.16, 1-8)
Mujeres de la madrugada,
cargadas de muerte y miedo,
de amargura de ausencia,
y de aromas…
No os asustéis, el alba
ha corrido la piedra.
Él ya no está aquí. Ha resucitado.
Lo veréis entre los hermanos,
en la boca del hambriento,
en los pies del perseguido,
en las rejas del encarcelado.
Él está en las lágrimas del huérfano,
en el dolor del enfermo,
en la patera del emigrante.
Lo veréis en el frío de los sin techo,
en la sangre inocente de las guerras,
en la encrucijada de todas las cruces…
Mujeres de la madrugada,
id y esparcid los aromas
entre los Cristos del alba.
MAGDALENA
(Jn. 20, 1-2. 11-18)
Soy,
Señor, María la Magdalena,
feliz
por tu mirada al lavar
tus
pies con mis lágrimas y clavar
tu
amor en mi turbada vida ajena.
Fuiste
mi suerte cuando la cadena
apretaba
mi alma ansiando cavar
mi
tumba, sin tiempo para lavar
el
fardo pesado de mi condena.
Juventud
mía tan atormentada
halló
en ti, mi Señor, tanta dulzura,
que
el rudo peso de mi ánima yerta
mudó
en color mi vida apasionada.
Goza
mi cuerpo viendo mi ventura
colmada
junto a tu tumba ya abierta.
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