Reflexión
personal ante las próximas elecciones:
1.-
Hay que salir de los despachos municipales y leer la ciudad,
empezando por los barrios periféricos. Todas las elecciones vienen a ser el
termómetro que mide las promesas que se hicieron y las ofertas electoralistas que
se quedaron en promesas. Ya se han convertido en chiste el advenimiento de las
elecciones con sus programas. Recordemos
a aquel político que prometió un puente sobre el río. Cuando oyó que no había
río, prometió también el río. Las promesas se las lleva el viento: los que quieren “servir” en los
ayuntamientos han de “patear” mucho la ciudad y aprender a mirarla con cariño y
eficacia. Entonces sí “progresarán adecuadamente” en el cumplimiento de sus compromisos
electorales.
2.-
Crear empleo, potenciar todas las iniciativas posibles. El paro es la dictadura de la pobreza que impera
sobre el asfalto. En la lucha por el empleo es donde se prueba la autenticidad
de toda gestión municipal. No puede
haber “vida” ciudadana, a expensas de los bancos de alimentos y las pensiones
de los abuelos y los derroches de las arcas públicas, que “haberlos haylos”.
3.-
Atención a la inmigración. Granada es confluencia de culturas. También
de conflictos. Es necesaria una política de extranjería local digna por
original y comprometida. Inmigración no
es sinónimo de delincuencia. Ésta no
está ligada a la condición de la piel, sino a las condiciones de vida. Dar
participación a los extranjeros en la vida municipal, alimentar ideas
participativas, no creo que sea pura
utopía. Para mí, es la clave de una inserción social rica en valores de
comunidad. La solidaridad debe ser un
rasgo central de la democracia municipal.
4.-
Abrir el ayuntamiento a una mayor
participación ciudadana con clave de autogestión como valor
democrático. Democratizar más los
ayuntamientos pasa por multiplicar las formas de participación y gestión
populares en los barrios. Por ejemplo, a través de referéndums al estilo de
Suiza, donde la consulta ciudadana es
obligatoria en algunos casos como para aprobar el presupuesto municipal. Si
nuestros ediles consultaran a la calle, tal vez, el metropolitano, no se llevaría a cabo. Un ejemplo lo tenemos en Jaén, donde raíles y
vagones duermen el sueño de los justos… ¿No
hubiese sido mejor escuchar al ciudadano de a pie que juzga como una mala
pasada emplear ese tiempo y dinero en un
macroproyecto que ha empobrecido a no pocos comerciantes? El proyecto AVE, generador de más turismo, sería ya realidad.
La concurrencia
ciudadana potenciaría los “consejos” de barrios al estilo de la descentralización
de los municipios italianos. Ahí tendría un papel importante las diversas
asociaciones vecinales, como órganos
locales de base capaces de expresar la voluntad ciudadana. Actualmente, y tal vez más que nunca, la
participación ciudadana en los ayuntamientos necesita el crecimiento de sus
alas.
Del mismo
modo, podríamos hablar de la igualdad de acceso a las oportunidades, de
igualdad a las funciones y cargos públicos que son derechos constitucionales, y
por ello, propuestas serias electorales para el momento actual.
5.- Servicios municipales.
Es urgente proteger la beneficencia con
albergues o casas de acogida para transeúntes y neutralizar el problema de la
mendicidad con la creación de más comedores sociales. Urge, del mismo modo, ofertar espacios de
convivencia juvenil que sustituyan a los
macrobotellones nacidos con afanes
electoralistas.
Las zonas
verdes, jardines, parques, integran la naturaleza en la ciudad y son
espacios para el tiempo libre y para
descanso de niños y ancianos. Pero una vez creadas las instalaciones, el
ayuntamiento se olvida de su mantenimiento, generando continuamente serios
gastos de reposición, etc.
La ciudadanía
está exigiendo continuamente más
presencia policial, sobre todo, en los barrios periféricos, que hagan tomar
conciencia a los ediles no sólo de los robos
y vandalismos también de la falta de
higiene y limpieza urbanas (incluida la “siembra”
de excrementos caninos).
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