sábado, 23 de enero de 2016

EN TORNO AL REY

La cuesta de enero va diluyendo la furia del consumo en rebajas. Atrás ha quedado un fin de año bajo el síndrome del yihadismo, en ciudades como Paris, Berlín, Bruselas, Madrid, Estambul,  Nueva York, etc.  Los golpes de la yihad aún siguen su escalada, últimamente le ha tocado a Burkina Faso. ¡Cuesta de enero sangrienta!  Y mientras, en nuestro país sigue la cuesta con otra furia, la política…
La prudencia tan característica de nuestro Rey ha estado en el origen del rechazo a recibir a la presidenta del Parlament, Carme Forcadell.  Una negativa que ha llamado la atención, sobre todo en la sociedad catalana que se mueve entre el catalanismo sentimental y el independentismo “sí o sí por vía de urgencia”. Mi mirada comprensiva hacia el gesto del Monarca tal vez delata mi miedo, y el de gran parte de nuestra España unida (e “invertebrada” según Ortega) que está tomando conciencia de la peor crisis política comparable con la de la aciaga noche de Tejero. De momento, mientras nuestros ministros en funciones mantienen la apariencia de tranquilidad, no sin lógica preocupación, Carles Puigdemont toma el testigo de un Mas tan obstinado como acabado. La toma de posesión como nuevo President de la Generalitat del ex alcalde de Girona  ha dibujado todo un desplante al Rey y a la propia Constitución española, con el claro objetivo de violar la Ley, bajo la lectura de la presidenta del Parlament, que la ha querido disfrazar de institucional.
Dividir a la sociedad catalana por una voluntad intransigentemente rupturista, es un sonido de trompeta que nos alerta de un nuevo 23F. ¡Todo un delito contra el sentir de la inmensa mayoría de los españoles, Catalunya incluida!
El Rey, como insigne árbitro de nuestro Estado y símbolo de unidad, ha hecho lo que tenía que hacer… ¿Cómo darle la mano a quien trae el arma con el dedo en el gatillo?  ¿Cómo sonreír ante el procés soberanista porque el momento actual aconseja extremar  los “cuidados”?  ¿Cómo aceptar un  juego traidor, cual beso de Judas, que no respeta la sagrada hermenéutica  catalana salida de las urnas?  
En el infausto 23F, Felipe VI conoció, siendo niño a la vera de su padre, lo que era la defensa de la Corona felizmente apuntalada en referéndum por la inmensa mayoría de españoles, hartos de dictadura.  Inteligente y prudente, ahora ha de tomar nota para evitar el intento de quiebra, buscando estos días una fórmula de poder que satisfaga a todos los partidos  y a España entera, y más cuando esta vez las placas tectónicas de la política española no parecen bien asentadas, por tantos seísmos partidistas.
Tal vez no estemos en el caos de la realidad política, a Dios gracias. Pero  mi condición de viejo sin holganza y con mollera un poquito amueblada, me dice que nuestro país, máxime en estos tiempos de crisis económica que se remonta a 2007, no está para más juegos de urnas, para procés soberanista, para dictaduras del relativismo, para tolerancias antisistemas, para fantasías políticas…
Que el niño que fuiste no se avergüence del adulto que eres, dejó dicho el insuperable Antoine De Saint-Exupery. Pues bien, que la España parlamentaria que es tras vencer la dictadura, no se avergüence de la España que quieren que sea quienes no tienen empacho en violarla.

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