(Mt. 25, 14-30)
Se ha despedido el dueño,
confiándonos
su jardín de ventura,
en
la medida de nuestras fuerzas…
¡A la faena, hermanos!
Invertir
gozos en los que lloran,
tiempo y dinero en los desheredados,
Invertir
ideas y sudores en la labranza de cada día.
Caigan los miedos, indolencias, apatías…
que entierran las ilusiones
a la vuelta del dueño.
Ahora
es tiempo
de
financiar esperanzas
en
favor de cuantos penan en la oscuridad,
de
negociar junto a los que sestean en los barbechos de la vida,
de
sembrar,
y
sembrar en todas las estepas humanas…
Un reto ante la gran Noticia de Jesús,
pues…
¡somos talentos
amasados en su hornada!
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