…y se dará a un pueblo que produzca
frutos.
(Mt. 21, 33-43)
Señor, Dueño de la viña,
nos arrendaste tu viña
derrochando confianza en nuestras manos.
y pusiste toda esperanza en la vendimia.
Pero en medio de tu viñedo,
hemos usado tu preciado regalo,
la libertad,
para cargar fardos pesados sobre tus criados.
Olvidamos vendimiar ocupados en construir poder.
Olvidamos el fruto,
ocupados en apropiarnos tu palabra.
Y hasta zarandeamos a tu Heredero
en la misma puerta de su humanidad
recrucificándolo fuera de la viña.
Sí, a Él,
la piedra angular de la vida de ayer,
de la vida de hoy,
y de mañana.
Ha sido el nuestro un tiempo ciego…
Lo reconocemos.
Pero Tú no tengas reparo
en sentarnos en tu esperanza infinita
para que en la próxima vendimia hierva en nosotros
la novedad de los frutos …
Mira, pues, nuestra indigencia, Señor,
y no nos quites tu Reino.
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