...mira, he ganado otros cinco.
(Mt. 25, 14-30)
Antes
de marcharse,
el
dueño nos ha surtido conforme a su voluntad,
confiado en lo divino de nuestra finitud.
El premio, a su
regreso,
como sólo Él sabe hacerlo…
con las
hechuras de sus hornadas.
Basta salir de nuestras hemiplejias
e invertir.
Invertir nuestros gozos en los que lloran,
invertir nuestros sudores en
los excluidos,
invertir nuestros bolsillos en los que nada tienen.
Invertir,
invertir
en las hechuras de sus hornadas.
Sufriendo el riesgo de alumbrar
a los que trotan en la oscuridad.
Negociando nuestros talentos junto a los que sestean
en los barbechos de la vida.
Y sembrando, sembrando
y sembrando
en todas las estepas.
Y arriesgando por los hermanos,
como reto de la
esperanza cristiana.
Pues… ¡todos
somos hechuras de sus hornadas!
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