sábado, 4 de julio de 2015

EN TU TIERRA

No desprecian a un profeta más que en su tierra…
(Mc. 6, 1-6)



Sorpresa la tuya,  Señor,
sin duda…

Esperabas la cálida acogida
de tus vecinos, de tu propia familia,
devotos todos del sábado,
pero encallaste en la ceguera de la sinagoga,
como precio de tu audacia evangélica.

Hoy, a bordo de tu nueva sinagoga,
reiteradamente incomprendido,
ves que nuestra fe, cansada tras siglos,
dormita sobre el tajamar de las excusas.

Sorpresa la tuya, Señor,
sin duda…
por las ataduras que vejan la autenticidad.

Pero  Tú sigues sin arredrarte,
igualmente audaz,
recorriendo nuestros laberintos,  
reactivando en nosotros ascuas de vida nueva.

Sorpréndenos definitivamente,
como sacramento de tu humana piel,
y cambia nuestras viejas seguridades
por la transparencia siempre nueva
de tu Palabra, Jesús de Nazaret.

¡Y serás profeta en tu tierra!


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