El dolor toca techo en el desgarro mortal. El
pequeño Aylan, robándole el mar su vida, es un icono de la perversidad
humana Urge armarse de coraje y audacia,
aunque suene a utopía, y gritar a pleno pulmón: ¡basta ya! contra tantos
dirigentes, ocupados en sus luchas políticas. Que esta imagen recorra el
planeta, para sensibilizar a toda la gente de buena voluntad, ¡y no deje
indiferente a nadie!
Es horrible que pasen cosas así, pobre criatura.
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