LA AUSENCIA
El Señor Jesús después de hablarles,
ascendió al cielo… (Mc. 16, 15-20)
Ausente
quedo en tu aprisco,
Pastor
de Nazaret.
y,
aunque me has saciado de pan y vino,
al
verte partir a tu aurora,
siento
mi alma que llora.
Está
echada mi suerte,
revestida
de fuerza y gloria.
Si
tras la nube me aguarda cuanto adivino,
al
verte partir a tu aurora,
mi
turno ya espera su hora.
Me
vuelvo a la Jerusalén del amigo,
a
tus pastos de Betfagé,
para
no cejar nunca en el Camino.
Al
verte partir a tu aurora,
mi
carne ya nada de nada añora.
Alegraos
conmigo toda su grey,
El
Pastor nos ha llamado testigos.
Él
es la puerta, el cayado y el rey.
Al
verte partir, Señor, a tu aurora,
nos darás
asiento junto a Ti y la Señora.
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