Id a la ciudad,
encontraréis un hombre…
(Mc.14, 12-16.22-26)
Tú eres
el Dios humanado en la pobreza de
Belén,
el Dios hecho trizas en el sañudo
madero.
el Amor renovado en el pan y el vino
de todos los siglos.
Ilusión, encanto, el de tu harina de
nuestros trigales,
el de tu uva de nuestros viñedos,
razones de nuestra vida,
argumentos de nuestra esperanza.
Amasado tu pan en la artesa de nuestra
historia,
como tu vino en nuestro lagar,
Señor,
nos mandas ir a la ciudad de todos los
tiempos
para preparar tu fiesta, ensayo de
eternidad,
que destierra odios,
que arrincona tristezas,
que aplasta temores…
*
* *
En tu pan y tu vino nos aguarda el
compromiso
de reparar en el hombre del cántaro
—inmigrante, inválido, indefenso,
desahuciado, sin techo, sin trabajo—,
que nos muestra el camino…
Y en tu cena pascual comemos a gusto
porque a gusto Tú, Cristo,
estás multiplicado en los hermanos,
irradiando tolerancia, solidaridad,
ternura…
¡hasta el final de los siglos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario