… para que
el mundo se salve por Él.
(Jn. 3, 13-17)
Él se dejó clavar en la hora de
nona,
a pleno día,
entre dos leños con savia a grito
de sangre humana.
Él es la humanización de Dios
entre dolores de parados y sufrimientos
de pateras,
atropellos con metralla y hambrunas enquistadas.
Él en su madero es vid exprimida en
la locura
del amor,
que no deja perecer ni al hombre
roto,
ni a la mujer pisoteada,
ni el niño
profanado.
Entre los dos
leños,
Él es escándalo
en la misma cumbre
de los letrados
y de los
miedosos Nicodemos de la historia.
Entre los
dos leños, Él es el fiel de la balanza,
llamada
libertad,
antesala
de vida,
eternamente
resucitada.
Es Él,
entregado
por Dios,
el amanecer que
tritura, cual molino,
las nocturnas amarguras
y las tristezas diurnas.
Él en la cruz es la invitación cósmica
a las bodas de Dios
eternamente humanizado.
Por Él entre los dos leños de
todos Calvarios
entonemos, hermanos,
¡aleluyas de esperanza!
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