Donde dos o tres están reunidos en mi
nombre…
(Mt. 18, 15-20)
Cuando nos reunimos en tu nombre,
dudo que Tú, Señor,
estés en medio de nosotros…
Si somos una comunidad esclerotizada,
enmohecida,
¿Tú, en medio?
Si nos devora una llama intolerante
que apunta al hermano para juzgarlo,
¿Tú, en medio?
¿Tú, Señor,
en el eclipse total del diálogo cercano?
¿Tú, detrás de denuncias,
exclusiones,
condenas?
¿Tú, en medio
de los frenazos que asestamos al Espíritu?
Con frecuencia,
la corrección fraterna levita
sobre regueros de reproches
bajo los auspicios del atar y desatar…
¿Y Tú, Señor del amor,
en ese reguero de anatemas?
…
Maestro de Nazaret,
llena la vaciedad de nuestra vida sectaria,
Tú que eres vida
donde dos o tres se reúnen en tu nombre.
Suplanta todas nuestras pobres leyes,
para lograr reconocerte entre los hermanos,
Tú que eres amor
globalizado en el Calvario.
Danos saber ganar al hermano para tu causa,
Tú que eres calor de diálogo,
silencio que escucha sin
desesperar,
perdón que nunca condena.
Y haznos
sentir comunidad sin camuflaje,
al estilo de
tus primeros seguidores,
como sacramento
de nuestro encuentro contigo.
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