…danos siempre de ese
pan.
(Jn 6, 24-35)
En
Cafarnaúm aún huele a pan tuyo,
pan
fresco de cada día.
Tu
pan, Señor,
es
semilla en la muerte del surco,
compañera
de todas las crisis,
compartiendo
con la tierra
sol,
agua y sudor de tempestades.
Tu
pan, Señor,
encierra
la urgencia de cada día
en
las esquinas de todas las calles.
Misterio
enharinado de bondad y martirio.
Tu
pan, Señor,
es
maná de buena nueva
madurado
en praderas desiertas de egoísmos.
Esencia
pascual que sacia las noches del hambre.
Ese
pan de tu mesa
es
levadura solidaria en el altar
de
los hermanos clavados a tu cruz.
Cuando
Tú faltes,
déjame
buscarte en Cafarnaúm,
donde
Tú seguro que estás con la gente
hambrienta
de Ti,
Señor,
Pan nuestro de cada día.
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