Después de
tanto dolor sembrado fanáticamente con nuevo color a metralla cruel y a sangre
trágica, cómo puede haber gente que crea que Dios,
Padre universal, (por nombre también, Alá bendito) bendecirá la barbarie con bellas huríes, para gozo
pleno de quienes se autoinmolan inmolando a cientos de inocentes que no hacen
más daño que tratar de vivir la escasa vida de cada día.
Seguro que el crespón negro que ondea sujeto a la bandera
belga, y en el corazón traspasado de dolor de nuestro planeta, también ondea
hoy en el corazón de millones de musulmanes buenos.
Espero que el buen Dios de la humanidad nos conceda unidad
contra todo odio, paz contra todo terrorismo, discernimiento contra todo fundamentalismo… ¡Y
muchas lágrimas para no dejar sola a Bruselas!
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