… aunque sea más que un vaso de
agua fresca.
(Mt. 10, 37-42)
No hay
seguimiento en el Camino
sin la
aventura de la cruz.
Aventura
que es
adhesión
radical al Maestro
al
tiempo que saciamos la sed
de los
hermanos.
Nuestra
escritura de propiedad pasa
por
encima de padre o madre,
de hijo
o hija…
Es
hacernos dignos del Nazareno,
en
clave universal,
sin
excluir las venas del corazón.
Perder
la vida por el Crucificado,
en
nuestros hermanos,
es
ganarla en plenitud.
¡En ese
Camino,
encontramos
la humanidad de Dios!
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