…anda, y en adelante no peques
más.
(Jn. 8, 1-11)
Ay
de ti, mortal, portavoz de calumnias,
chismes
y mentiras,
para
tratar de ocultar tus felonías.
Bienaventurada
tú, mujer condenada a ser lapidada
con
las mismas piedras del usuario de tu cuerpo.
Réprobo
tú, que manipulas la mancilla de la hembra dolida,
para
alardear de tus fantochadas.
Bienaventurada
tú, que en tu afonía gritas justicia
y
sólo lo escucha el interior de tu corazón maltrecho.
Ay
de ti, que la etiquetas de “mujer de mala vida”,
cuando
te ciega el hambre de espasmos,
mientras
aguardas tu turno.
Réprobo
tú, que intentas viajar en clase de honrado,
huyendo
del hijo que abandonaste en el vientre de la transgresión.
Bienaventurada
tú, madre soltera,
que
no escurres tu ADN de la provocación,
por
el hijo que espera el pan de su desayuno.
Réprobo
tú,
y
esa mirada tuya que traspasa la minifalda,
provocando
adulterio.
Maldito
tú, que te acercas a la “esquina” por si cae esa breva
a
cambio de las monedas que te sobran.
Ay
de ti, juez de la misma calle, implacable,
que
levantas castillos a tu honestidad,
ocultándote
en la nocturnidad más o menos pagada.
Ay
de ti, que te eriges en verdugo de guante blanco
humillando
ante la ley a la esclava de tus placeres,
tú,
réprobo de la corrupción, del fraude,
de
la lujuria, de la explotación…
Mujer,
¡al final, nadie se ha atrevido a condenarte!
Yo
tampoco te condeno,
porque
el mayor adulterio
es
hacer la cama a los que oprimen a mi pueblo.
Anda,
y en adelante… ¡Ya sabes!
Yo, Jesús de
Nazaret.
No hay comentarios:
Publicar un comentario