… y ellos le estaban espiando.
(Lc.14,
1.7-14)
Hoy, Señor,
ilusionado por verte,
me he
colado entre los poderosos
y afamados
jefes invitados a la comida…
Te he
buscado sin desmayo
entre las
primeras mesas
trajeadas
de anillos y collares…
Allí no
estabas Tú.
Entre las
túnicas de los más puros,
tus
consagrados,
luciendo
medallas bendecidas…
Allí
tampoco estabas Tú. Y me he ido.
Sí, me he
ido
a la fuente
que acaricia los helechos,
a la
pequeña ola que invade mansamente la arena.
Me he ido a
la brisa que susurra gozo al alma…
Me he ido
a la
habitación 307 de la tercera planta del hospital,
y a la
chabola junto al puente de la autopista,
y al
silencio de la arboleda que reza…
Y allí
estabas Tú…
Allí, al
descubrir el menú de tu presencia,
confieso
haber olvidado tus pistas…
Perdona,
Señor, mi amnesia.
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