Pienso que nuestra sociedad cósmica va perdiendo capacidad
para descubrir el significado radical de los gestos humanos. Pero nos topamos con sublimes
excepciones. Por eso, quiero recordar a Pau Donés, líder de “Jarabe de Palo”,
quien con su música supo afrontar la adversidad, quien supo agradecer lo recibido, quien fue vida en plenitud cuando
se dormía para siempre el pasado 9 de junio. No quiero tampoco olvidar la solidaridad demostrada por
Manuel y Ramón del “Dúo Dinámico” al ceder los derechos de “Resistiré”, convertido en un himno de masas después de
treinta años de su interpretación. Una llamada a la esperanza contra la fatal
epidemia.
Resistiré
para seguir viviendo.
Soportaré los golpes y jamás me rendiré.
Y aunque los sueños se me rompan en pedazos,
resistiré, resistiré…
para seguir viviendo.
Soportaré los golpes y jamás me rendiré.
Y aunque los sueños se me rompan en pedazos,
resistiré, resistiré…
Nada me asusta, decía Pau Donés, me
siento bien conmigo, me contento viendo amanecer.
Gestos de contenido humano, que se hacen centro neurálgico de nuestra fe en la cercanía
de Dios, Dios hecho carne en la calle, “reluciendo más que el sol”. Ese Dios
cuyas “delicias es estar con los hijos de los hombres (Prov. 8,31). Se
humanizó para divinizarnos en la urgencia del servicio a los más vulnerables,
enfermos en soledad, en hambruna, en los sintecho… El Corpus no es una simple
procesión, un clamoreo litúrgico, es el misterio de alinearse
con Cristo en el amor a los hermanos y en el dolor de la calle, “porque tuve hambre…” (Mt, 25, 35ss) que hoy traduciríamos:
estuve contagiado y os ocupasteis de mi…
El
confinamiento de los apóstoles en el Cenáculo de Jerusalén, por miedo a los judíos
(Jn. 20, 19) permitió que el Espíritu
los abriera a una nueva dimensión de fe en el Resucitado. Nuestro confinamiento
en el doloroso cenáculo social, ya en desescalada, ha de fundamentar el soporte en favor de una sociedad
justamente hermanada..
La comunión
con el cuerpo y la sangre de Cristo no nos confina, no nos aísla (1
Corintios 10,16-17). El coronavirus, a pesar de ese aislamiento social, tampoco
nos disgrega, pues está entresacando la
mejor versión humana de nosotros mismos. Nos exclaustra de nuestros egoísmos reclamando
la globalización de la fraternidad… ¡Como el Pan partido y el Vino derramado por
el que tenemos nueva vida! (Jn. 6, 51)
En tiempos
difíciles estamos por la psicología positiva que nos conduce a esperar, al
estilo de Alexis Valdés, poeta y actor cubano, que nos
deja un mensaje de esperanza en su poema-oración:
“Cuando la tormenta pase,
te pido Dios, apenado,
que nos devuelvas mejores
como nos habías soñado".
como nos habías soñado".
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