Por los
años setenta, cantaba Mercedes Sosa:
Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado la marcha de mis pies cansados…
Y el canto de ustedes que es mi mismo canto,
Y el canto de todos que es mi propio canto.
Me ha dado la marcha de mis pies cansados…
Y el canto de ustedes que es mi mismo canto,
Y el canto de todos que es mi propio canto.
1.- Estábamos
“programados” a cantar a la vida, pero cuando miramos a nuestro alrededor, sentimos
que se nos va… Dos primos nuestros en
Granada acaban de fallecer a consecuencia del coronavirus. Y como ellos,
legión… Estar vivo a estas alturas con los azotes globalizados del Covid-19 y
las barbaridades contra la salud pública que se está cometiendo como si no
hubiera pasado nada, estar vivo, digo, es un milagro. Lo decía José Mújica, ex
Presidente de Uruguay: El hombre “sapiens” es un animal
maravilloso, pero que hace
barbaridades”. En esa misma
línea, se expresaba el profesor José Martínez Gómez cuando estos días escribía
en Facebook: Callarse, en este momento en que grupos
diversos salen a la calle, de manera irresponsable, atentando contra la vida y
la salud en general de los sanitarios, es un acto de cobardía.
Si
no es un acto de cobardía, es “otra cosa”. Pero… que en un ceremonia “cuasi” de
Estado por todos los muertos de nuestra maligna pandemia, la ausencia de cualificados
políticos que rigen nuestros destinos, eso sí, es “otra cosa” que ni merece nombre. Y más, cuando
España entera ha llorado tantas muertes, unidas a la crueldad del abandono por
razones profilácticas, sin el consuelo de una amorosa despedida. Sonaron disculpas políticas, y ¡ahí quedó
todo!
2.-
Es hora de caer en la cuenta, en este tiempo del “rebrote” , que portamos en
nuestras manos semillas de vida nueva que deben fructificar en los labrantíos de esperanza, en medio de tanta de tanta
maleza viral.
La cantante Sosa asume el canto de todos como suyo propio, y así procesa
su libertad para cantar a la vida, aun cuando los pies estén cansados...
Gracias a la vida… porque, a pesar
de la
incertidumbre y el dolor que genera el coronavirus, aseguramos
la capacidad
de revertir personalmente la situación con criterios epidemiológicos, por una
parte, y con la confianza en una Palabra que
fortalece, ilumina y es esperanza: Cuanto
a vosotros, aún los cabellos todos de vuestras cabezas están contados.
(Mt. 10, 30; 13, 1-23)
Gracias a la
vida… porque entre todos los
profesionales que participan en la lucha contra el Covid hay que destacar de
forma muy especial el papel de Enfermería y de Atención Primaria que en todo
momento han demostrado una competencia excepcional, superando todos los miedos.
Gracias a la vida… porque a pesar de la “verbodemia”
de nuestros políticos, acertamos en los esfuerzos de convivencia y solidaridad,
que nos hacen crecer en paz interior.
Gracias a la vida … porque la prudencia de los más, con el
distanciamiento social, las mascarillas, los guantes y el gel hidroalcohólico,
sigue siendo la medida fundamental para luchar contra el bicho mortal.
Gracias a la vida… porque Dios no duerme sobre el cabezal de
nuestra existencia. Sus entrañas de madre, que nos reveló el Nazareno, no lo permiten. La siembra
termina en cosecha fecunda porque el Sembrador nos ha enseñado a no dejar ahogar
en nuestro surco la semilla de reconstrucción en la esperanza, la paz y la
alegría. Dios Abba se encarnó para
enseñarnos a VIVIR … Saltad de
júbilo, aunque de momento tengáis que sufrir un poco en diversas pruebas. (1Pe.1). Entre
la desolación y la esperanza, yo canto a la vida que me ha dado tanto… ¡Y el
canto de todos es mi propio canto!
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