Artur Mas, se ha metido a "mesías", y le asiste, por supuesto, todo el derecho. Pero no ha de olvidar que todo mesianismo, si es salvación, pasa por la cruz… Debe saber, pues, que es muy libre de autoinmolarse en aras del independentismo patriótico que defiende, pero nunca desafiando a la Historia, a la Constitución, a la Unidad nacional. Por ello, no es libre para “obligar” a todo el pueblo catalán, noble y trabajador, a tomar la cruz sin sombra de redención…
Es
fácil desde su palestra manipular al pueblo y usarlo de marioneta, como tantos
políticos congéneres. Y es muy fácil jugar a mesías, vendiendo al pueblo un futuro
“sin manual de instrucciones”, encubriendo el precipicio que hay detrás de sus soflamas,
ínfulas, etc.
Someter
a referéndum la integración nacional con tantas mentiras (o, al menos, medio
verdades) por medio, es quebrantar la
voluntad de muchos catalanes que, cuando menos, se han graduado el mismo día
del nacimiento de la democracia… Avasallar, aturdir es el camino de su mesianismo.
Erigiéndose en representante-mesías de la población catalana, se rebela contra
la ”ocupación española”, y con discursos incoherentes pretende “emular” el tratado
de Utrecht o la batalla del Bruch…
Artur Mas confunde el catalanismo político,
como culminación de un proceso de afirmación de la conciencia nacional
catalana, con la insubordinación callejera a la que llama siempre en contra de
la Constitución aprobada por las Cortes y ratificada en referéndum popular en 1978.
Su obstinado mesianismo
le ha llevado a un callejón sin salida, con su autoinmolación inherente.
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