Salió el sembrador a sembrar.
(Mt. 11, 25-30)
Jesús, parábola
de Dios,
fondeada tu barca pascual
en nuestro lago
nos sacia tu Palabra.
En la orilla nosotros de pie,
en espera,
vemos tu semilla caer a voleo invadiendo
todos los rincones, sin privilegios
sobre barbechos y sequedales,
sobre ortigas y espinos,
sobre áridos pedregales…También,
sobre tierra abonada.
Los dineros ahogan tu semilla,
las cobardías roen tu simiente,
las intransigencias despedazan tu grano.
Pero no toda tu sementera, Señor, se pierde
entre nuestras distracciones.
Junto a la orilla de nuestro lago,
hay un campo
fondeada tu barca pascual
en nuestro lago
nos sacia tu Palabra.
En la orilla nosotros de pie,
en espera,
vemos tu semilla caer a voleo invadiendo
todos los rincones, sin privilegios
sobre barbechos y sequedales,
sobre ortigas y espinos,
sobre áridos pedregales…También,
sobre tierra abonada.
Los dineros ahogan tu semilla,
las cobardías roen tu simiente,
las intransigencias despedazan tu grano.
Pero no toda tu sementera, Señor, se pierde
entre nuestras distracciones.
Junto a la orilla de nuestro lago,
hay un campo
de consuelos en medio de angustias,
de solidaridades entre las penas,
de amores y perdones…
La tierra buena engulle el gozo de tu simiente
de solidaridades entre las penas,
de amores y perdones…
La tierra buena engulle el gozo de tu simiente
y, en su hondo silencio, se gestan tus espigas.
¡Maestro,
danos el coraje de salir a sembrar!
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