Y sobre esta piedra... Te daré las
llaves…
(Mt. 16, 13-20)
Cefas,
apóstol, una vez más te has
lanzado
a conquistar el corazón del Maestro.
con la precisión de arquero.
Y por eso, en adelante, eres piedra.
En medio de la pluralidad del grupo nazareno
tu confesión de fe en el Mesías
ha dado en la diana del corazón del Maestro.
En adelante, portarás las llaves del reino.
Negaste al Galileo, tu Señor,
al calor del brasero traidor;
pero tu investidura pétrea se reforzó sin
triunfalismo,
al pie de la cruz
y en la diversidad conciliar de Jerusalén.
Y por eso, en adelante, eres piedra
fundacional.
Al sondeo de Jesús,
te has arrojado a tumba abierta
manteniendo la comunión fraterna,
que más tarde sellarías con tu sangre.
Qué pena, Pedro, que tu confesión
y la promesa del Maestro
se hayan convertido en propiedad
institucional.
La piedra y las llaves mesiánicas
han reemplazado al mismo Mesías,
desnaturalizando el evangelio
de los pobres y oprimidos.
La piedra y las llaves mesiánicas son hoy,
con frecuencia,
discordia,
miedos, condenas
de una Iglesia enmohecida, perdida en los
inciensos.
Provócanos, Pedro, como en Cesarea de Filipo,
sobre nuestra tierra pagana, herencia de los
siglos.
Y enséñanos a permanecer fieles, sin evasivas,
¡a la verdad del Maestro!
¡a la verdad del Maestro!
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