sábado, 2 de agosto de 2014

MI PREGÓN

EN LA FIESTAS PATRONALES DE HUÉTOR SANTILLÁN. 2014. 
Sr. Alcalde, Sres. Concejales de nuestro Excmo. Ayuntamiento, amigos todos,  vecinos y forasteros.
El no haber nacido en esta bendita tierra podría ahogar mi alegría de ser hoy vuestro pregonero. Pero no. Porque me siento hueteño de corazón, ya desde los años 60, cuando siendo un joven veinteañero  venía a veranear con mis hermanos,  hechizados por esta tierra. Por ello, es para mí orgullo y honor -¡y no son palabras huecas!- sumarme  a vuestro gozo festivo como pregonero de estas fiestas, tan magníficamente programadas por el Concejal de Fiestas, a pesar de la crisis reinante.
Permitidme, antes de nada, traer a este micrófono el recuerdo de   Juan y Matilde, los dueños de “San Isidro”, mis primeros anfitriones hueteños.  Las primeras habitaciones, precisamente, las estrenamos mis hermanos y yo. Y hubo tal nostalgia en la despedida de aquel gozoso agosto,  que cumplimos la promesa de volver en veranos sucesivos. Desde entonces, nadie ni nada han podido arrancarme el cariño que siempre he sentido por Huétor Santillán.
           Al recuerdo de Juan y Matilde, se suman otros amigos de entonces, hoy familia mía entrañable, la dinastía de los Matrucas, con Juanito a la cabeza, seminarista  que se ordenaba sacerdote por aquellas fechas. Vienen a mi memoria Pepico Nievas y Joaquín de la Posaílla con quienes compartí amistad y la experiencia íntima de un Cursillo de Cristiandad, en Granada. Asimismo, recuerdo con cariño al entonces cura Robles y a la chiquillería que le rondaba en la iglesia, entre ellos a Nicolás, mi querido “Chiflote”. Me acuerdo también de aquellas tardes de chapuzones en el dique, junto a las casas de Puche, con Pepe de Beas, Luis  Espigares, Manolo de Sito y otros.
Pasaron años. Y 1989 fue el año definitivamente anfitrión por amor a una hueteña. Y los recuerdos saltan de nuevo imborrables a mi corazón. Me emociono al recordar a Bernabé Cáceres, el capitán del Algramesón, como yo le llamaba jocosamente. A Luis el Mosca, ¡qué buenos ratos, cuando iba a verlo para animarlo en su ceguera!  Y qué decir de la prima Pepa, siempre cariñosa y atinada en su inspiración poética. ¡Qué buenas tardes, cuando subía ella con Juana para ver a la tía Estrella, mi otra madre!  
Imposible seguir nombrando a todos los que me vienen a la memoria! Pero,  cómo no recordar hoy a nuestro querido don José Ayala. Grande en su personalidad, buen profesional, generoso,  hombre religioso y culto, entregado de lleno a la juventud, sobre todo, a través del teatro…  ¡Sirvan estas modestas palabras mías de justo homenaje!  Como también aplaudo la  generosa disponibilidad del Dr. Berruezo, cada vez que ha sido requerido ante cualquier urgencia, como en el caso de mi hijo, cuando se cayó de la bicicleta.
Permitidme ahora detenerme ante el típico fenómeno de la flora hueteña fundida  en un verdadero mosaico de belleza fascinante. Ya desde mi juventud, descubrí el lujo de esa naturaleza serrana ofreciendo un cerro rematado en cruz, a menos de una hora de camino, cual vigía que vela día y noche por el pueblo.
No menos impresionantes son otros balcones naturales que acarician nuestro ecosistema, como Calar Blanco, Calabozo, Polvorite, Maúllo, etc.  Un regalo de la creación es también la impactante fortuna de los senderos hueteños.  Enhorabuena a la Concejalía de Medio Ambiente y al Centro Cultural  que con sus diversas  actividades, como senderismo y plantación de árboles, nos adentran en el océano de nuestra riqueza verde.
 Entresaco de mi poemario on line, con la emoción del que clama la verdad,  la siguiente  CANCIÓN DE CUNA que hace tiempo dediqué a Huétor Santillán:

Huele a higuera frutal,
y un pardo limón en el bosque luce
cual otoñado evangelio
de amor que murmulla en tu maternal
edén dulce.

Un silencio azul,  ¿o rosa?,
un misterio que se estrena
en sutil encarnación
primorosa,
prendida a tus entrañas de azucena.

Ramean galas de nido
en tu fértil y diáfana bravura,
historias inesperadas,
trascendentes, de tu seno vestido
de canción de cuna.

Fiestas, asombro en cada era,
entre palomas y huertas, romero,
tomillo, viñas y olivos; 
y esmero
de aguas rizadas desde primavera.

Tu tipismo y  tu arte hacen
que en tu sierra, por fortuna,
ufana cante la luna.

De buena gana me hundiría, si tiempo tuviera,  en la historia de  abolengo musulmán que nos ha legado el topónimo de Watá, y, tras la conquista cristiana, el apellido Santillán, acogiéndose a la advocación de San Illán o, según otras fuentes, al antiguo dueño del pueblo, don Diego de Santillán.  

Pero dejadme caer en la tentación, al hilvanar retazos de esa historia hasta hoy, y reconocer algunos valores que yo definiría típicamente hueteños.  No pretendo “dar jabón”, sino cantar la realidad.
Así, la fidelidad a la amistad, a pesar de los imponderables que conlleva la vecindad humana. Huétor para mi, más que pueblo, sois un puñado de fieles amigos.  La adhesión a la cultura como actitud creativa es otro de vuestros valores.  No hay más que recordar la multitud de eventos culturales que a lo largo del año organizan las Concejalías de Cultura y Deportes y de Medio Ambiente; la intensa labor que viene desarrollando el Centro Cultural cuyo buque insignia es el teatro magníficamente llevado por Paddy, tan callado él, como eficaz; la importante actividad lúdico-literaria de la Escuela de Adultos; la labor simpar que viene desarrollando Mari Ángeles desde la Biblioteca municipal y su Club de Lectura., como el insustituible cometido informático que calladamente desarrolla Martín, desde Guadalinfo, y la gran labor deportiva llevada a cabo por  nuestro llorado Manolo del Estanco. No quiero olvidar tampoco a Manolo Torres que ha pasado por la vida de Huétor dejando rodajas de versos y pinceles.
El fomento de los valores de participación y solidaridad ciudadanas forma parte de la idiosincrasia de nuestro pueblo. Recordemos la fraternal acogida en 1995 a los niños bosnios sufridores de la barbarie yugoslava. Y hoy, las campañas de la Cruz Roja, de Manos Unidas, de Caritas, etc. hablan continuamente de concordia y fraternidad. La Comisión de Salud,  recientemente creada por nuestro médico de familia, don Romualdo, es importante órgano de participación comunitaria. Y hasta nuestro emblemático río Darro es el símbolo de la generosidad hueteña al aunar en sus saltarinas aguas los regadíos vecinales y, antes de hermanarse  con el Genil, conducirlas hasta la Alhambra y el Generalife para hacer de ellos un lugar de encanto.
De la religiosidad popular hablan las ermitas que cercan a Huétor Santillán. La ermita de Santiago en Prado Negro de entraña serrana.  La ermita del Pilar, en el Colmenar, donde cantamos a la Pilarica fraternizando Beas y Huétor con la presencia devota de nuestra Guardia Civil.  La ermita de la Virgen de los Dolores, con su bella imagen del s.XVI,  patrona del municipio y centro de la vida mariana de nuestro pueblo. Finalmente, nuestro templo parroquial de los años 1600,  de  estilo mudéjar, en cuyo  interior se conservan importantes piezas escultóricas de Risueño, y pinturas al óleo de gran interés. Los curas Antonio, Paco y nuestro actual párroco Antonio se merecen nuestra mención especial por su grandiosa aportación a favor de nuestro patrimonio parroquial.
Estamos tan acostumbrados a pasar de largo por el pueblo, que no nos detenemos a admirar sus calles estrechas, de inspiración musulmana, con sus pequeñas plazas, testimonios de historias vecinales que habría que recoger en nuestros anales, plaza de San Sebastián, plaza de la Unidad,  plaza de la Fortaleza enriquecida con el pilar de Aguayo y la  escultura en bronce del jabalí, símbolo de nuestra sierra ¡Qué hermoso toparse allí a diario con el bullicio  feliz de nuestros chiquitines, de nuestros jóvenes y de nuestros mayores! Y esta plaza misma de la Constitución, testigo de tantos eventos, donde cuatro caños de fresca agua serrana rinden homenaje a diario a las cuatro banderas emblemáticas de nuestro Consistorio.
Aplaudo  los muchos recodos y miradores bellamente enriquecidos de flores multicolores, como la casa de Manolín, o el Rincón de Morata, entre tantos otros. Y tantos  balcones tan bellamente floreados, como el de Mercedes, que da color de bienvenida a cuantos llegan al pueblo, tras atravesar el centenario puente de la Revoltilla, obra de un abuelo matruca.
Ya para terminar quiero felicitarte, Sr. Alcalde, por la gestión transparente de tu equipo al frente del municipio.  Como felicito a los anteriores munícipes que han sabido dejar buena huella en mandatos anteriores. Así se explica la digna lucha por las alternancias políticas en tiempos electorales. Y es que ser presidente de este municipio implica mucho honor. Mi nobleza me obliga a proclamarlo, como lo siento. 
Pero me voy a tomar la licencia, que para eso soy ahora el dueño del micrófono, de reivindicar ciertas mejoras, aún reconociendo la situación crítica que atraviesa nuestro Ayuntamiento. Cómo no pedir, una vez más,  soterrar el cableado que tanto afea nuestro bello paisaje.
Reivindico también esa acera tan prometida que una a Huétor  con el Colmenar , para bien de cuantos hacen a diario ese paseo de solaz y terapia. Y, sobre todo, en nombre de este  pueblo que, con menos de 2000 habitantes es un inmenso activo de la cultura,  ruego escarbar en las instituciones políticas para conseguir un edificio digno de nuestras actividades lúdicas, culturales y hasta sanitarias. ¿O es que Watá, Coral, Coros parroquiales, Centro Cultural, AMPA, Escuela de Adultos, Biblioteca Municipal, Grupos de Bailes y Danzas, Banda Municipal, Rondalla, Grupo Sed de Camello, Asociaciones deportivas, etc., etc… no son fuerzas suficientemente reivindicativas?          A esta lista, podríamos añadir a cuantos a título personal, “hacen pueblo” a partir de su arte y su espíritu de servicio: Luisle, nuestro genio de la música con sus catorce años al frente de la Banda municipal; Eugenio cuyos cuadros expuestos por la geografía española hablan de Huétor Santillán;  y otro tanto podemos decir del arte de  José Antonio (el Chino), Angel Cobo, Raimundo, María de Juan de Dios, Isabel Bustamante, Mari Trini Ortega, María Victoria Carretero, Renate y nuestro mismo cura artista Antonio.  Y si hablamos de escritores,  Gabriel Pozo, Miguel Ángel Hita, Ismael Contreras y cuantos plasman su arte literario en la revista Alacena del Centro Cultural, magnífico exponente de la gracia escritora de nuestro pueblo. ¡Lástima que sea sólo revista anual!
            Termino. Deseo ardientemente que estos días festivos nos sintamos como nunca más cercanos y solidarios, vecino a vecino, incluyendo a nuestros visitantes y veraneantes, Con alma generosa y espíritu participativo hemos de ser el símbolo de esa energía sorprendente que emana de las mismas fuentes frescas de nuestro entorno serrano.
No podemos olvidar el dolor que traspasa las puertas de nuestro pueblo a causa de la crisis galopante. Pero aparquemos por unos días los problemas y brindemos por unas felices fiestas patronales que sean el umbral de la esperanza en un futuro mejor.  

El martes pasado, el coro rociero junto a la imagen de nuestra patrona,  cantaba con arte y devoción:
Huétor es un paraíso,
es un regalo del cielo,
es un milagro en la tierra
con el que sueña un hueteño.

Como buen pregonero, ante ese regalo del cielo que sois todos vosotros, lo mejor que puedo hacer ya es callarme, recordándoos, sin más,  que  quien a Huétor Santillán viene, o se queda en Huétor o con Huétor en el corazón se va.  

¡Muchas gracias!

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