EN LA FIESTAS PATRONALES DE HUÉTOR SANTILLÁN. 2014.
Sr. Alcalde, Sres. Concejales de nuestro Excmo.
Ayuntamiento, amigos todos, vecinos y
forasteros.
El no haber nacido en esta bendita tierra podría ahogar
mi alegría de ser hoy vuestro pregonero. Pero no. Porque me siento hueteño de
corazón, ya desde los años 60, cuando siendo un joven veinteañero venía a veranear con mis hermanos, hechizados por esta tierra. Por ello, es para mí orgullo y honor
-¡y no son palabras huecas!- sumarme a
vuestro gozo festivo como pregonero de estas fiestas, tan magníficamente
programadas por el Concejal de Fiestas, a pesar de la crisis reinante.
Permitidme, antes de nada, traer a este micrófono el
recuerdo de Juan y Matilde, los dueños
de “San Isidro”, mis primeros anfitriones hueteños. Las primeras habitaciones, precisamente, las
estrenamos mis hermanos y yo. Y hubo tal nostalgia en la despedida de aquel
gozoso agosto, que cumplimos la promesa
de volver en veranos sucesivos. Desde entonces, nadie ni nada han podido arrancarme
el cariño que siempre he sentido por Huétor Santillán.
Al recuerdo de Juan y Matilde, se suman otros amigos de
entonces, hoy familia mía entrañable, la dinastía de los Matrucas, con Juanito
a la cabeza, seminarista que se ordenaba
sacerdote por aquellas fechas. Vienen a mi memoria Pepico Nievas y Joaquín de
la Posaílla con quienes compartí amistad y la experiencia íntima de un Cursillo
de Cristiandad, en Granada. Asimismo, recuerdo con cariño al entonces cura Robles
y a la chiquillería que le rondaba en la iglesia, entre ellos a Nicolás, mi
querido “Chiflote”. Me
acuerdo también de aquellas tardes de chapuzones en el dique, junto a las casas
de Puche, con Pepe de
Beas, Luis Espigares, Manolo de Sito y otros.
Pasaron años. Y 1989 fue el año definitivamente
anfitrión por amor a una hueteña. Y los recuerdos saltan de nuevo imborrables a
mi corazón. Me emociono al recordar a Bernabé Cáceres, el capitán del
Algramesón, como yo le llamaba jocosamente. A Luis el Mosca, ¡qué buenos ratos,
cuando iba a verlo para animarlo en su ceguera! Y qué decir de la prima Pepa, siempre cariñosa
y atinada en su inspiración poética. ¡Qué buenas tardes, cuando subía ella con
Juana para ver a la tía Estrella, mi otra madre!
Imposible seguir nombrando a todos los que me vienen a
la memoria! Pero, cómo no recordar hoy a
nuestro querido don José Ayala. Grande en su personalidad, buen profesional,
generoso, hombre religioso y culto,
entregado de lleno a la juventud, sobre todo, a través del teatro… ¡Sirvan estas modestas palabras mías de justo
homenaje! Como también aplaudo la generosa disponibilidad del Dr. Berruezo, cada
vez que ha sido requerido ante cualquier urgencia, como en el caso de mi hijo,
cuando se cayó de la bicicleta.
Permitidme ahora detenerme ante el típico fenómeno
de la flora hueteña fundida en un verdadero
mosaico de belleza fascinante. Ya desde mi juventud, descubrí el lujo de esa
naturaleza serrana ofreciendo un cerro rematado en cruz, a menos de una hora de
camino, cual vigía que vela día y noche por el pueblo.
No menos impresionantes son otros balcones naturales
que acarician nuestro ecosistema, como Calar Blanco, Calabozo, Polvorite, Maúllo,
etc. Un regalo de la creación es también
la impactante fortuna de los senderos hueteños. Enhorabuena a la Concejalía de Medio Ambiente
y al Centro Cultural que con sus
diversas actividades, como senderismo y
plantación de árboles, nos adentran en el océano de nuestra riqueza verde.
Entresaco de mi poemario on line, con la emoción del que clama la
verdad, la siguiente CANCIÓN
DE CUNA que hace tiempo dediqué a Huétor Santillán:
Huele a higuera
frutal,
y un pardo limón
en el bosque luce
cual otoñado
evangelio
de amor que
murmulla en tu maternal
edén dulce.
Un silencio
azul, ¿o rosa?,
un misterio que
se estrena
en sutil
encarnación
primorosa,
prendida a tus
entrañas de azucena.
Ramean galas de
nido
en tu fértil y
diáfana bravura,
historias
inesperadas,
trascendentes,
de tu seno vestido
de canción de
cuna.
Fiestas, asombro
en cada era,
entre palomas y
huertas, romero,
tomillo, viñas y
olivos;
y esmero
de aguas rizadas
desde primavera.
Tu tipismo
y tu arte hacen
que en tu sierra,
por fortuna,
ufana cante la
luna.
De buena gana me
hundiría, si tiempo tuviera, en la historia
de abolengo musulmán que nos ha legado el topónimo de Watá, y, tras la conquista cristiana, el apellido
Santillán, acogiéndose a la
advocación de San Illán o, según otras fuentes, al antiguo dueño del pueblo,
don Diego de Santillán.
Pero dejadme caer en la tentación, al hilvanar retazos
de esa historia hasta hoy, y reconocer algunos valores que yo definiría típicamente
hueteños. No pretendo “dar jabón”, sino
cantar la realidad.
Así, la fidelidad a la amistad, a pesar de los imponderables
que conlleva la vecindad humana. Huétor para mi, más que pueblo, sois un puñado
de fieles amigos. La adhesión a la
cultura como actitud creativa es otro de vuestros valores. No hay más que recordar la multitud de eventos
culturales que a lo largo del año organizan las Concejalías de Cultura y Deportes
y de Medio Ambiente; la intensa labor que viene desarrollando el Centro
Cultural cuyo buque insignia es el teatro magníficamente llevado por Paddy, tan
callado él, como eficaz; la importante actividad lúdico-literaria de la Escuela
de Adultos; la labor simpar que viene desarrollando Mari Ángeles desde la
Biblioteca municipal y su Club de Lectura., como el insustituible cometido
informático que calladamente desarrolla Martín, desde Guadalinfo, y la gran
labor deportiva llevada a cabo por nuestro
llorado Manolo del Estanco. No quiero olvidar tampoco a Manolo Torres que ha
pasado por la vida de Huétor dejando rodajas de versos y pinceles.
El fomento de los valores de participación y
solidaridad ciudadanas forma parte de la idiosincrasia de nuestro pueblo. Recordemos
la fraternal acogida en 1995 a los niños bosnios sufridores de la barbarie yugoslava.
Y hoy, las campañas de la Cruz Roja, de Manos Unidas, de Caritas, etc. hablan
continuamente de concordia y fraternidad. La Comisión de Salud, recientemente
creada por nuestro médico de familia, don Romualdo, es importante órgano de
participación comunitaria. Y hasta nuestro emblemático río Darro es el símbolo de la generosidad hueteña al
aunar en sus saltarinas aguas los regadíos vecinales y, antes de
hermanarse con el Genil, conducirlas hasta
la Alhambra y el Generalife para hacer de ellos un lugar de encanto.
De
la religiosidad popular hablan las ermitas que cercan a Huétor Santillán. La
ermita de Santiago en Prado Negro de entraña serrana. La ermita del Pilar, en el Colmenar, donde cantamos
a la Pilarica fraternizando Beas y Huétor con la presencia devota de nuestra
Guardia Civil. La ermita de la Virgen de
los Dolores, con su bella imagen del s.XVI,
patrona del municipio y centro de la vida mariana de nuestro pueblo.
Finalmente, nuestro templo parroquial de los años 1600, de
estilo mudéjar, en cuyo interior
se conservan importantes piezas escultóricas de Risueño, y pinturas al óleo de
gran interés. Los curas Antonio, Paco y nuestro actual párroco Antonio se
merecen nuestra mención especial por su grandiosa aportación a favor de nuestro
patrimonio parroquial.
Estamos
tan acostumbrados a pasar de largo por el pueblo, que no nos detenemos a admirar
sus calles estrechas, de inspiración musulmana, con sus pequeñas plazas, testimonios
de historias vecinales que habría que recoger en nuestros anales, plaza de San
Sebastián, plaza de la Unidad, plaza de
la Fortaleza enriquecida con el pilar de Aguayo y la escultura en bronce del jabalí, símbolo de
nuestra sierra ¡Qué hermoso toparse allí a diario con el bullicio feliz de nuestros chiquitines, de nuestros
jóvenes y de nuestros mayores! Y esta plaza misma de la Constitución, testigo
de tantos eventos, donde cuatro caños de fresca agua serrana rinden homenaje a
diario a las cuatro banderas emblemáticas de nuestro Consistorio.
Aplaudo
los muchos recodos y miradores
bellamente enriquecidos de flores multicolores, como la casa de Manolín, o el Rincón
de Morata, entre tantos otros. Y tantos balcones tan bellamente floreados, como el de
Mercedes, que da color de bienvenida a cuantos llegan al pueblo, tras atravesar
el centenario puente de la Revoltilla, obra de un abuelo matruca.
Ya para terminar quiero felicitarte, Sr.
Alcalde, por la gestión transparente de tu equipo al frente del municipio. Como felicito a los anteriores munícipes que
han sabido dejar buena huella en mandatos anteriores. Así se explica la digna lucha por las alternancias
políticas en tiempos electorales. Y es que ser presidente de este municipio
implica mucho honor. Mi nobleza me obliga a proclamarlo, como lo siento.
Pero me voy a tomar la licencia, que
para eso soy ahora el dueño del micrófono, de reivindicar ciertas mejoras, aún
reconociendo la situación crítica que atraviesa nuestro Ayuntamiento. Cómo no
pedir, una vez más, soterrar el cableado
que tanto afea nuestro bello paisaje.
Reivindico también esa acera tan
prometida que una a Huétor con el
Colmenar , para bien de cuantos hacen a diario ese paseo de solaz y terapia. Y,
sobre todo, en nombre de este pueblo
que, con menos de 2000 habitantes es un inmenso activo de la cultura, ruego escarbar en las instituciones políticas
para conseguir un edificio digno de nuestras actividades lúdicas, culturales y
hasta sanitarias. ¿O es que Watá, Coral, Coros parroquiales, Centro Cultural, AMPA,
Escuela de Adultos, Biblioteca Municipal, Grupos de Bailes y Danzas, Banda
Municipal, Rondalla, Grupo Sed de Camello, Asociaciones deportivas, etc., etc…
no son fuerzas suficientemente reivindicativas? A esta lista, podríamos añadir a cuantos a título personal, “hacen
pueblo” a partir de su arte y su espíritu de servicio: Luisle, nuestro genio de
la música con sus catorce años al frente de la Banda municipal; Eugenio cuyos
cuadros expuestos por la geografía española hablan de Huétor Santillán; y otro tanto podemos decir del arte de José Antonio (el Chino), Angel Cobo, Raimundo,
María de Juan de Dios, Isabel Bustamante, Mari Trini Ortega, María Victoria
Carretero, Renate y nuestro mismo cura artista Antonio. Y si hablamos de escritores, Gabriel Pozo, Miguel Ángel Hita, Ismael
Contreras y cuantos
plasman su arte literario en la revista Alacena del Centro Cultural, magnífico
exponente de la gracia escritora de nuestro pueblo. ¡Lástima que sea sólo
revista anual!
Termino. Deseo ardientemente que
estos días festivos nos sintamos como nunca más cercanos y solidarios, vecino a
vecino, incluyendo a nuestros visitantes y veraneantes, Con alma generosa y
espíritu participativo hemos de ser el símbolo de esa energía sorprendente que emana
de las mismas fuentes frescas de nuestro entorno serrano.
No podemos olvidar el dolor que traspasa las puertas
de nuestro pueblo a causa de la crisis galopante. Pero aparquemos por unos días
los problemas y brindemos por unas felices fiestas patronales que sean el
umbral de la esperanza en un futuro mejor.
El martes pasado, el coro rociero junto a la imagen de
nuestra patrona, cantaba con arte y
devoción:
Huétor
es un paraíso,
es
un regalo del cielo,
es
un milagro en la tierra
con
el que sueña un hueteño.
Como buen pregonero, ante ese regalo del cielo que
sois todos vosotros, lo mejor que puedo hacer ya es callarme, recordándoos, sin
más, que
quien
a Huétor Santillán viene, o se queda en Huétor o con Huétor en el corazón se va.
¡Muchas gracias!
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