viernes, 9 de noviembre de 2018

BIEN NACIDO


 No quisiera, en este feliz día de tu cumpleaños, empañar los lazos de tu humildad tan característica; pero si  “la verdad es  humildad”, deja que mi corazón se explaye en el recuerdo franco de mis años de alumno, primero y,  de compañero en docencia y  pastoral, a tu vera, posteriormente. Tú fuiste pieza clave en el puzle de mi educación, junto a esa excepcional dinastía formada por los Porta, Prieto Verdes, Fernández y Fernández, José Mari, Jaime, Digno, y un largo etcétera.
Amigo Uxío, tu vida estuvo siempre marcada por la coherencia y el compromiso humano y sacerdotal. Y esa esencia divina, con que te adornó el buen Dios, por su gracia, nos tocó a mí y a muchísimos más. ¡Brindo por ello!
Te he reconocido siempre auténtico, medularmente auténtico. Así, tuve ocasión de manifestarlo ante mi admirado obispo en Francia, a raíz de una carta tuya donde me pedías volver a la diócesis.  Tu silencio posterior fue muy elocuente. Me hiciste ver, y así hasta hoy,  que la mediocridad no ha tenido destino en tu vida.
Estrenando mi sacerdocio, tuve la fortuna de olfatear de cerca tu  “olor a oveja” en tus tiempos de cura rural de Fórnea. Fue poco tiempo, pero lo suficiente para dejar grabado en mí ese mundillo evangélico que llevabas dentro. Otro tanto se dirá de tu paso por As Pontes, Vilalba…
De mis tiempos de alumno, recuerdo tus clases bien documentadas, sin hacer alardes de tu sabiduría. A ti te debo el gusto por la poesía y la Sagrada Escritura, que, sorbo a sorbo, arribó en mí. En estos momentos , vienen a mi memoria tus poemas en la revista Estría, y las correcciones que me hacías a mis pinitos de poeta, o la ilusión que creaste en mí para que ampliara estudios en Madrid y posteriormente en Lyon!
Fuiste, y eres, poeta original. Lo acabo constatar, una vez más,  acercándome a tu alma, a través de tu poemario “Poemas de mi vida”, que he podido seguir por internet. Genial.
Asceta y místico, ayer y hoy. Compromiso tuyo fundido en mi alma desde la adolescencia… ¡hasta ahora, ya largamente septuagenario!
Ejemplo de constancia, adentrándote, ya mayor, en el mundo de la música, con la guitarra, el armonio, la schola del Seminario, el Orfeón de Mondoñedo, la coral de Vilalba…  Has logrado que más de uno siguiéramos remando a través de pentagramas.
Hoy, desde Granada, veo a un hombre, bien nacido, con el evangelio pegado a su corazón,  sin arriarlo jamás, hasta el atardecer de sus años, ¡noventa felices años!,  ataviados de servicio, sabiduría y humildad, sin ambigüedades. ¡Ése eres tú!
Un día, allá lejos, premiaste en un concurso mi eslogan: “el sacerdocio es cantar la cruz sin bajarse de tono”. Pues bien, gozosamente, te “devuelvo” ahora el premio,  porque tú, músico excepcional, jamás te bajaste de tono al cantar tu sacerdocio… 
Gracias,  Uxío,  ¡Eugenio, el bien nacido! Pido a nuestro Padre del Cielo que nos conceda la gracia de llegar a festejar felizmente tu centenario. Al menos, nos lo conceda a cuantos hemos querido emularte y nos hemos quedado en el camino…

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