(Mc. 13, 24-32)
En el umbral de tu
tiempo, Señor,
nos invade una visión
pesimista del mundo
amorronado al apagón
-¿aparente?-,
de tu luz admirable.
Pero ya
brotan yemas en las
tiernas ramas de tu humanización
compartida
-¡anuncio de nueva
vida!-,
a pesar de ventiscas
invasoras.
Tu higuera nos da
motivos para la esperanza
pero nos inquieta
la morfina que
retiene la ilusión de cada día.
Tú, Señor,
luz humanizada en la
tiniebla inmensa,
enséñanos a mirar a
nuestras yemas…
Que nadie oprima la
raíz de tu higuera.
Que nosotros somos
retoños de buena noticia,
en el devenir lento
-¡incomprensiblemente
lento!-
de tu acción
salvadora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario