Gracias,
porque abriste una nueva página de la historia de España, y en ti todos los
españoles, todos sin excepción, hemos
sido y seguimos siendo protagonistas.
Gracias,
por tus ideales de convivencia, pluralismo, dialogo y consensos que han sido
tus armas de paz en la inauguración de
nuestra democracia.
Gracias,
porque has sabido aguantar tenazmente el timón del cambio, a pesar de tanta
zozobra de nuestros mares.
Gracias,
porque has sido el estadista de la concordia y la reconciliación entre todos
los españoles.
Gracias,
por tu generosa cercanía y tu lealtad a
prueba de toda nobleza.
Gracias,
por tu fe inquebrantable, a pesar de las traiciones de tus propios allegados
políticos y el inmenso dolor de tus ausencias, Amparo y Mariam.
Gracias,
por tu visión de estado ante la dimisión como presidente del Gobierno, el 29 de enero de 1981, que no fue mera cobardía.
Gracias, por tu valentía y arrojo ante las balas del
23F, que no lograron esconderte bajo los sillones del Congreso.
Y
gracias, leal Presidente, porque tú no eres hoy una última palabra enterrada en
el claustro abulense, sino todo un símbolo para la restauración de la moral
personal y la ética política, tan deterioradas en tu España amada.
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