…vio a un hombre ciego de nacimiento.
(Jn, 9,1-41)
Padezco ceguera, Señor.
Pues, no acabo de verte en el extranjero que me
ofrece
un manojo de discos para poder comer.
Ni en el vecino
que perturba mi sueño solicitando ayuda.
Ni siquiera, tal vez,
en el sollozo del niño que no puede dormir…
Padezco ceguera, Señor, pues no acabo de entender
que mi corazón debe ser
inaccesible a todo egoísmo,
que mis manos deben correr hacia el
mendigo,
que mi bolsillo no debe gruñir porque esté vacío,
que mis labios no deben perderse entre rezos vanos.
Tras la ceguera
de cada noche mía
de infortunios
y olvidos,
qué prodigio la
contemplación de tu luz de cada día…
Señor, déjame que yo ponga el barro,
pon Tú la saliva.
Y úngeme.
Tú serás la luz de mis ojos, y de mi vida.
Y yo, como en un nuevo nacimiento,
venceré mi ceguera,
y seré portador de tu Luz admirable..
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