(Mt.6,1-6.16-18 )
Entre mis manos
un pellizco de ceniza…
Y veo que no soy
nada,
polvo de vanidades.
Polilla que carcome.
Tal vez, un
comediante
con la máscara,
espectáculo
de mi mundo que
dice creer en Dios.
Entre mis manos,
un pellizco de ceniza...
que reza y ayuna,
y hasta se desprende de unos euros,
quizá para quedar bien.
En el espejo,
me veo entre los hipócritas
de los que habla el Maestro…
…
se asoma a mis manos.
Habla de
egoísmos, de envidias, de rencores…
y de parados y encarcelados,
de extranjeros
y marginados.
Ceniza sumida en amargo grito:
¡comedia,
no!
Quisiera decididamente,
bañarme hoy en esa
ceniza,
que baja a lo
más arcano de mi aposento,
en lucha junto al barro.
…
abre mis oídos para que
escuchen a través de los tuyos;
abre mis manos para que, a
través de las tuyas,
sepan acoger a los
hermanos.
Abre bien mi corazón para
que sepa amar a través del tuyo.
Y aligera mis pies para
que sepa recorrer,
a través de los tuyos,
caminos de paz y
concordia,
-¡feliz ceniza!-
ya que tu vida fluye en mí
como la sangre por mis venas…
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