Querido Jesús:
No entendemos cómo te has ido tan pronto, sin despedirte, tras
haber pasado una tarde en familia. ¡Misterio oculto que sólo nos deja espacio para la
imaginación! Tú en plena juventud, compartiendo amor con Carmen, tu pareja, con
tus padres, con tus hermanos, con tus cuñadas y sobrinos, con tu amor inmenso a la
naturaleza, con tu entrega de vida sana y trabajadora… No entendemos por qué te
has ido tan pronto desde tu propia casa construida con tanta ilusión.
Entendemos que la muerte sea un evento inesperado que sucede,
a veces, tan repentinamente que no deja tiempo para la despedida. Pero que haya
puesto fin a la continuidad de todos tus proyectos, sueños y planes, es bien
doloroso. Eso trastoca nuestra fe y nuestro corazón.
Sólo vemos con sentido tu muerte, cuando pensamos que, antes
de irte, nos has dejado un rico legado atrás. Ese legado que es copia original
de tus padres, Mari Carmen y Alfonso, hoy destrozados, que han sabido darte a
diario lo mejor de sus vidas, con amor inmensamente profundo.
Consideramos tu muerte como un cruzar el túnel de la vida,
para llenarnos de agradecimiento por los años compartidos contigo. Te lloramos, hoy, sí, te lloramos, pero agradecidos a tu vida
entre nosotros. Afortunadamente, el amor es más fuerte que la muerte y nada
puede vencerlo. En realidad, no morimos mientras hay quien nos recuerde y nos mantenga cerca de sus
corazones. Por eso, tú seguirás viviendo entre nosotros, alentados por tantos
recuerdos tuyos.
Tu ausencia de este mundo es como una llamada, un desafío.
Hoy nos llamas a seguir amándonos, con la seguridad que tú también desde esa
“otra orilla” velarás por nosotros. Es la esperanza que nos mueve a enjugar
nuestras lágrimas. Y nos conforta saber que vives en la paz del buen Dios, y con esa migajita de nuestro corazón que se ha ido contigo...
Sin palabras. Gracias por poner en palabras tanto sentimiento, emociones y amor.
ResponderEliminarGracias amigo.