¿… y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?
(Lc.
6, 39-45)
Juzgar, juzgar,
juzgar…
¡A pesar de mi viga!,
Craso error de la
humana fatalidad.
Desde la manzana
original
hemos usurpado a Dios
todo su derecho
y ya no reparamos en
nuestra vista tapiada.
Vendrá un día, al
mirarme a los ojos
en el aprendizaje de
la vida,
en que se destapará
la viga,
y veré la carcoma que
la abrumaba.
Ay, juzgar,
juzgar,
juzgar…
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