viernes, 26 de julio de 2019

ORAR


Señor, enséñanos a orar…
(Lc. 11, 1-13)


Papá Dios,
no me hubiera atrevido a llamarte así,
si no fuera porque tu Hijo predilecto
me lo ha revelado…

A ti me acerco hoy con la gracia y el cariño
de todos los niños
de cualquier terruño del mundo.

Como un hijo en el regazo de su madre,
así me echo yo en tus brazos
irrumpiendo en tu corazón de padre y madre…
Como Jesús,
cuando hablaba contigo a corazón abierto.

No vengo a arrancarte favores.
Sólo quiero,
a tiempo y a destiempo,
invadir confidencialmente tu humanidad
de Dios.

Sólo quiero bendecir tu nombre Abba
—Papá—,
Y gozar de la vida que me has dado,
la mía y la de todos.

Y llorar —eso sí—
junto a ti,
el sufrimiento de los hermanos.
Particularmente,
las muertes fabricadas en tu nombre.

Abba,
es la palabra angular de todo el mensaje de tu Hijo.
Por eso, en mi cercanía de hijo frágil,
he golpeado hoy tu puerta, feliz…
¡Osadía del niño que llevo dentro!

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